Persona que siente que debe aparentar tener resueltas cosas que tal vez no tiene, porque cae en la general tendencia a considerar que el lugar del saber compromete a los sujetos a ofrecer una apariencia de solidez y carencia de duda, persona que no termina generalmente de captar hasta que punto su fuerza se vería beneficiada con la aceptación de sus propios límites y que no suele percibir con facilidad como esa aparente debilidad le daría respecto de sus alumnos una posición más verosimil y más adecuada para tratar con la enorme cantidad de requerimientos que se le vienen encima.

Persona en rol activo que encarna el sentido de una institución a la que al mismo tiempo que convalida somete a todo tipo de sospechas y desvalorizaciones, porque esa actitud de restarse le resulta un valioso recurso a la hora de justificar su incapacidad para cumplir con las metas fijadas. Persona que invalida las metas de la institución pero no logra con facilidad establecer metas propias que las suplanten. Persona que se queja de la institución pero encuentra en su queja un constante consuelo y una pequeña satisfacción.

Sujeto de variable capacidad de involucración y afecto por los grupos humanos de alumnos con los que debe trabajar: a veces muy dado a sentir la necesidad del alumnado (al punto de experimentar una fuerte sensación de impotencia, que le hace perder de vista la riqueza que sin embargo él mismo -o ella misma- tiene para ofrecer), a veces superado por los acontecimientos de su propia vida (al punto de no poder responder al peso de la demanda de los chicos y adoptar entonces una mera estrategia de supervivencia), a veces persona que transfiere al mundo de los alumnos como fórmula de resolución de los conflictos que estos padecen su propia pobreza humana, contagiando resignación, crítica, desencanto, sadismo, indiferencia y frialdad.

Persona clave en el desarrollo de una comunidad e incluso de un país. Todo profesor o profesora participa de esta condición, es la formadora social de actitudes y de valores, la persona a cargo de estructurar la aventura de vivir haciéndole frente a las dificultades que naturalmente la vida siempre ofrece. La tarea recae de manera especial sobre los docentes de filosofía (y psicología, y sobre los que adoptan por voluntad o deseo propio la tarea de contagiar pensamiento) porque son los encargados de formar la cualidad de las cualidades: la capacidad de pensar y de elaborar las formas propias y creativas con las que una persona adquiere su carácter más poderoso y plenamente humano. Líderes de formación en temas básicos como comprensión, responsabilidad, despliegue del deseo y aplicación de las fuerzas en realidades abordables.