Algunos aspectos de la organización social y la cultura Chané

Dada la intrusión guaraní en la región, en el primer momento los chané fueron sometidos. Tiempo después lograron cierta autonomía gracias a la actitud pacífica que asumieron y a sus tecnologías e industria (agricultura, cerámica, tejeduría), que sus invasores del este supieron apreciar. El mantenimiento de su identidad significó, sin embargo, perder ciertas características propias (idioma, ritos, algunas estructuras) y aceptar aspectos del estilo guaraní más cazador-recolector. Por su parte, sobre todo en la medida en que se producían parejas biológica y culturalmente mixtas, los guaraníes absorbieron componentes de la tradición chané, como por ejemplo aspectos de la agricultura y elementos de su cosmovisión y ceremonial. Este intercambio, además de la resistencia activa que ambos oponían a los europeos, generó prácticamente un estilo común todavía vigente aún cuando vivían en aldeas separadas y cada uno de ellos proclame su propia identidad. Desde hace varios siglos el idioma de ambos grupos es el guaraní con algunas diferencias dialectales respecto de la lengua madre. No quedan rastros del arawak que hablaban los chané, lo cual no es extraño si tenemos en cuenta que la presencia guaraní, mucho más agresiva que la chané, lleva mapas de seis siglos en la región. Tanto unos como otros siguen hablando correctamente el guaraní y con dificultad se expresan también en castellano. Desde que sus tierras fueron tomadas por europeos y criollos, la organización social de los chané-chiriguano mantuvo su estructura tradicional al interior de sus aldeas y, a veces, en confederaciones de algunas parcialidades con el fin de hacer frente a determinadas situaciones adversas, en especial contra la presencia usurpadora europea. A partir de fines del XVIII, por la fuerza, debieron integrarse a las estructuras sociopolíticas y religiosas de la colonia y luego de la República a medida que estas últimas se imponían, sobre todo respecto de lo político, religioso y laboral. Hasta que fueron sometidos, su organización social y familiar giraba en torno a una serie de instituciones vertebrales, algunas de ellas totalmente extinguidas y otras en vías de diluirse por causa de la globalización del sistema occidental. En síntesis, su trama social está compuesta por los siguientes elementos:
“Tubichia”, cacique o capitán (este último apelativo surgió por influencia del invasor europeo). El cacique, que aún hoy asume su rol por herencia o elección en algunos casos, además de cubrir las áreas tradicionales de jefe de la comunidad, hace de intermediario con la sociedad y el régimen político republicano, sobre todo municipal.

“Mburubichá” Cacique regional que en la actualidad no tiene vigencia.

“Ipáye”o “ipáyepochí”. Shamán y médico de la comunidad. Desempeña una función clave en la aldea y, a veces, en la región. Todavía hoy goza de prestigio y gran influencia, inclusive entre los criollos de la zona que suelen consultarlo en relación a enfermedades leves y problemas del tipo psicosociales. En general es muy respetado aunque no siempre su intervención es efectiva, sobre todo cuando se trata de enfermedades infecto-contagiosas y terminales. En la práctica resulta un factor social coagulante y una garantía de la transmisión del contenido tradicional de su cultura.

El “Areté” o Gran Fiesta. Es la máxima celebración expresiva de su cosmovisión y mundo mítico. Actualmente es difícil discernir qué elemento son chané y cuáles chiriguano. Como quiera que sea ocupa un lugar preponderante dentro del desarrollo del ciclo anual y tiene una duración aproximada de un mes.

[…] Matrimonio. Tradicionalmente es monogámico y duradero, aunque también entre ellos se da la separación. En todos los casos la familia constituye la célula clave en la que el rol de la mujer es fundamental respecto de la educación de los hijos y transmisión de ciertas costumbres ancestrales.

El cerco familiar. A cada familia le corresponde una porción del terreno en que está asentada la comunidad donde cultivan su huerta y en la que participa la familia y frecuentemente miembros del pueblo (a esta participación de la comunidad en los distintos cercos familiares la llaman “motiro”).

Roles. La mujer se ocupa de la casa y su entorno, especialmente de los niños y ancianos de la familia extensa (existe gran comunicación y dependencia entre parientes). Tienen a su cargo la educación de sus hijos hasta la preadolescencia. En la práctica ellas mantienen vivo el idioma y una serie de tradiciones. Son excelentes ceramistas, colaboran en la huerta y fabrican la chicha o changüí (“kanwi”). El varón es el responsable de los trabajos que requieren más fuerza y desplazamiento en el monte o cerros (cortar leña, acarrear arcilla para cerámica y palo borracho para taller máscaras, preparar la tierra, sembrar, azar, pescar, construir la vivienda) y preparar el “Areté” que incluye fabricación de instrumentos y máscaras. Frecuentemente, desde que fueron invadidos, se ven obligados a migrar para conseguir trabajo en las zafras de caña de azúcar, tabaco, tomate, poroto y legumbres en general.
[…] Entre las costumbres tradicionales vigentes se pueden mencionar: aseo personal diario; vivienda de madera, enchorizado y techo de paja a dos aguas; la “covada”; convite con chicha; el “Areté” y el “morito”, ayuda mutua o “minga”.

Rocca, Manuel y Rossi, Juan José. “Los chané-chiriguano”. Buenos Aires. Galerna, 2004.