Vivir para contarla, de García Márquez (fragmento)

“El día en que fui con mi madre a vender la casa recordaba todo lo que había impresionado mi infancia, pero no estaba seguro de qué era antes y qué era después, ni qué significaba nada de eso en mi vida. Apenas si era consciente de que en medio del falso esplendor de la compañía bananera, el matrimonio de mis padres estaba ya inscrito dentro del proceso que habría de rematar la decadencia de Aracataca. Desde que empecé a recordar, oí repetirse –primero con mucho sigilo y después en voz alta y con alarma– la frase fatídica: ‘Dicen que la compañía se va’. Sin embargo, o nadie lo creía o nadie se atrevió a pensar en sus estragos.”