“Romance del obispo don Gonzalo”, en Romancero viejo (fragmento)

El uno era mi primo, y el otro era mi hermano, y el otro era un paje mío, que en mi casa se ha criado. Demos la vuelta, señores, demos la vuelta a enterrarlos; haremos a Dios servicio y honraremos los cristianos. Ellos estando en aquesto, llegó don Diego de Haro: -Adelante, caballeros, que me llevan el ganado; si de algún villano fuera ya lo hubiérades quitado, empero, alguno está aquí a quien place de mi daño. No cumple decir quién es, que es el del roquete blanco. El obispo, que lo oyera, dio de espuelas al caballo. El caballo era ligero y saltado había un vallado, mas al salir de una cuesta, a la asomada de un llano, vido mucha adarga blanca, mucho albornoz colorado y muchos hierros de lanzas que relucen en el campo.