Asociados a la vieja promoción industrial

El esquema cobró impulso en la década de 1980
Para suerte o para desgracia, la economía de Tierra del Fuego está estrechamente ligada al régimen de promoción económica sancionado hace más de treinta años y que ahora se quiere extender hasta el año 2023.
El régimen nació en 1972, a partir de la sanción de la ley nacional 19.640, con el objetivo de aumentar la población argentina en la isla. Sin embargo, fue a principios de la década de 1980, durante el gobierno de Raúl Alfonsín, cuando tomó impulso con la radicación de decenas de empresas, vinculadas principalmente con los rubros de electrónica y electrodomésticos. El régimen fueguino contempla ventajas, principalmente impositivas, como la exención de los derechos de importación y del pago del impuesto al valor agregado (IVA), a los proyectos que cumplan con dos requisitos: el primero es que exista una promoción similar en otros países del Mercosur, un punto que es relativamente fácil de cumplir a partir del amplio desarrollo que logró la industria electrónica en Manaos. El segundo es que el producto que se vaya a fabricar en la provincia no se produzca en ningún otro punto del país. En la actualidad, en este régimen hay 17 fábricas radicadas en Tierra del Fuego distribuidas dentro de los parques industriales de las dos ciudades, con un claro predominio de Río Grande, que cuenta con 13 plantas en operaciones contra las 4 que funcionan en Ushuaia. Estas empresas, en total, ocupan una superficie cubierta de más de 500.000 metros cuadrados y desde la década de 1970 llevan invertidos más de $2100 millones. Más allá de las inversiones y las plantas en funcionamiento, el principal objetivo que tenía el régimen se cumplió, ya que la provincia pasó de tener menos de 15.000 habitantes, con un alto porcentaje de chilenos, a principios de los 70, a los actuales 120.000 pobladores. Sin embargo, los críticos del régimen sostienen que no fue planificado tomando en cuenta las ventajas competitivas que tiene Tierra del Fuego y cuestionan la racionalidad de fabricar microondas o televisores a 2800 kilómetros de distancia del principal mercado que sigue siendo Buenos Aires. […]

Fuente: La Nación, domingo 8 de octubre de 2006 (adaptación).