El traslado de los Quilmes desde el Tucumán hasta Buenos Aires: mecanismos de dominación y resistencia

Orígenes de la reducción: la relocalización de un grupo étnico Durante el siglo XVII se produjeron en el Tucumán dos grandes levantamientos indígenas históricamente conocidos como “Levantamientos Calchaquíes”. El primero de ellos ocurrió entre los años 1626 y 1637 y el segundo entre 1657 y 1667. Estos alzamientos contra el sistema de opresión colonial que se pretendía imponer a los indios, se llevaron a cabo en la jurisdicción de Londres (comprendida entre los Andes al oeste, el Aconquija al este, la jurisdicción de Salta al norte y la de la Rioja al sur). En esta zona habitaban tribus a las que en su conjunto el conquistador denominó –erróneamente– “calchaquíes” (originariamente se llamaron así sólo las etnias que habitaron el valle de Yacovil). Entre las consecuencias de los levantamientos, que fueron sofocados finalmente hacia 1664 por el gobernador Alonso de Mercado y Villacorta, encontramos una gran movilidad de los pueblos indígenas, producto de la política española de trasladar y reducir grupos étnicos con el objeto de sojuzgarlos. Estos fueron dispersados en distintas zonas geográficas y concedidos a diferentes sectores de la sociedad colonial, según hubieran presentado mayor o menor resistencia. Esta diferenciación se tradujo en la clasificación de indios: domésticos y cautivos. Entre los primeros encontramos a aquellos que pactaron rápidamente con las autoridades coloniales y aportaron información sobre el resto de las comunidades levantadas. Así, quedaron en mejores condiciones, puesto que fueron adjudicados a diversas órdenes religiosas. En cambio, a los grupos que ofrecieron mayor resistencia se les aplicó como castigo el servicio personal. En esta categoría quedaron encuadrados los indios quilmes y acalianes, quienes fueron trasladados de forma masiva y compulsiva a las cercanías de la ciudad de Buenos Aires. Allí, habitaron en la reducción “Exaltación de la Cruz de los Quilmes” hasta su disolución en 1812. (…) No es la conversión del grupo étnico relocalizado una inquietud en las autoridades coloniales porteñas, sino, más bien, la utilización de los mismos como mano de obra en actividades propias de la ciudad, así como en la producción de excedentes agrícolas. (…)  un grave problema que debió resolver la sociedad colonial porteña para desarrollar las actividades productivas, fue la escasez de mano de obra indígena. Entre las principales razones de dicha problemática encontramos la fuerte resistencia presentada por los grupos étnicos de la región a prestar servicio de mita y mantenerse en reducción. Tal resistencia puede relacionarse con las particularidades culturales propias de sociedades cazadoras-recolectoras, altamente móviles, así como con las condiciones geográficas del área pampeana, óptimas para la subsistencia. En 1678, el gobernador Andrés de Robles escribe al rey, haciendo referencia al: “(…) poco fruto y persistencia de los indios reducidos en este distrito debido a la comodidad de lo abierto y dilatado de la campaña (…) el abundante sustento que hallan en ellas de ganados retirados, dándoles la ocasión de andar vagando por las pampas y huidos de la obediencia de sus encomenderos (…)”
La inserción de las etnias “quilmes” y “acalianes” en las actividades productivas del espacio pampeano
Hacia 1666 arriban a Buenos Aires, traídos desde el Tucumán, dos grupos étnicos conocidos por las fuentes coloniales como “quilmes” y “acalianes”. Sin bien no sabemos el número exacto de indígenas que arriban, fuentes previas al traslado geográfico nos permiten esbozar un número estimado de población en los valles calchaquíes. Se tratarían de “400 hombres y 2000 almas de familias” para 1657. (…) Respecto a las actividades productivas en las que se los empleó, sabemos que para 1693, sobre una población adulta de 100 individuos, prestaban mita 60 indios en turnos de 25 individuos por mes. Estos eran utilizados “…dos tercios en obras públicas y conventos… y el resto con los vecinos”. De esta manera, se hace evidente que la cuarta parte de los indios varones –de entre 18 y 50 años– estaba constantemente ausente de la reducción, y siendo empleados en la ciudad. La actividad en la que aparecen más solicitados es la construcción, y a ella le sigue el arreo del ganado vacuno. En 1695 el gobernador de Buenos Aires, Andrés Robles, dice que con los quilmes “…envié a recoger 30.000 cimarrones…”. También se los observa trabajando en la carga y descarga de navíos en el puerto de la ciudad y en la calera de donde se sacaba y quemaba la cal para las obras que se estaban haciendo en la ciudad. Sabemos, también, que la prestación de servicios se volvió una necesidad para el grupo étnico reducido debido al tributo anual que se les impuso. Respecto a las actividades productivas, el corregidor Zevallos menciona a la agricultura como la principal: “allí se cultivaba trigo en una sementera de la comunidad”. La ganadería también está presente, ya que “se criaban vacas y se vaqueaban cimarrones”. (…)
El impacto de la relocalización en el grupo étnico: la caída demográfica
La caída demográfica a la que se vieron sometidos quilmes y acalianes debe remontarse al inicio del proceso de relocalización geográfica del grupo étnico en cuestión. Sabemos que la merma demográfica de estas etnias se inicia con las incursiones militares de la sociedad colonial a los valles Calchaquíes en el Tucumán. Hicimos mención a la disminución poblacional que sufrió el grupo antes de llegar a Buenos Aires, como consecuencia de la guerra y los repartos en encomiendas. Las huidas y mortandad también están presentes durante el traslado al espacio pampeano. Quien se encargó de efectuar el mismo –Toledo y Velazco– hace referencia al problema de la merma demográfica cuando expresa que los indios “se han ido muriendo y no es durable por el tiempo riguroso que morirán, perecían por el camino todos los más porque están desnudos y muy maltratados”. La instalación del grupo étnico en un medio natural diferente como el área pampeana, así como las nuevas condiciones geográficas y ambientales tales como la cercanía al mar, el mayor nivel de precipitaciones al año o la diferente disponibilidad de alimentos, debió influir en la merma poblacional (40% en los primeros años). A su vez, la diferencia en la flora y fauna del lugar, puede haber incidido en los hábitos de vestido y alimentación del grupo. (…)
Las epidemias
Las fuertes epidemias sufridas por los indígenas relocalizados en las cercanías de Buenos Aires son otro indicador de la caída demográfica. Las fuentes muestran una gran mortandad de indios por enfermedades durante el traslado a Buenos Aires. Una vez radicados en la reducción, las epidemias fueron una constante. En Buenos Aires, por su condición de ciudad-puerto, las enfermedades como viruela, tifus y peste bubónica fueron moneda corriente. (…)
La explotación económica
Los datos sobre prestación de mita indígena a la ciudad, junto a las actividades de subsistencia propias de la reducción y los reclamos del administrador sobre el abuso que los vecinos ejercían al “sacar indios de la reducción para trabajos en Buenos Aires” se presentan como indicadores de la explotación económica a la que estas parcialidades fueron sometidas. Dentro de las actividades productivas en las que fueron utilizados los quilmes y acalianes, ya hemos mencionado la siega del trigo, la construcción de obras públicas, la carga y descarga de navíos en el puerto y las actividades de particulares. (…) Así, la condición mitaya de los indios dentro del sistema económico pampeano, debe tomarse en cuenta como un factor de importancia en la disminución poblacional. Tal situación, junto a los cambios en la dieta y medioambiente provocaron una mayor mortandad.  Finalmente, consideramos que en el proceso de merma poblacional, deben haber influido factores más subjetivos, a los que no podemos acceder directamente, sino a partir de indicadores secundarios como la caída de la natalidad y matrimonios indígenas que arroja el padrón de 1680. Recordemos que tras la derrota de las etnias en los valles calchaquíes, fueron trasladadas a un espacio geográfico y a un contexto social desconocido. Allí debieron hacer frente a las nuevas condiciones económicas a las que fueron sometidos y a la imposición continua de formas de comportamiento social ajenas. De esta manera, no nos resulta extraña la fractura de lazos comunales y familiares.
Quilmes y acalianes frente a la dominación colonial: nuevos mecanismos de resistencia indígena
Lejos de mantenerse como sujetos “pasivos” ante el proceso de dominación y disciplinamiento impuesto en el espacio pampeano, los grupos étnicos relocalizados encontraron otras formas de resistir a la opresión colonial. (…) Entre ellas, debemos mencionar la huida de las reducciones, el trabajo a desgano o ineficiente y el mestizaje. No obstante, consideramos que estas estrategias, aunque visibles, fueron incapaces de frenar los procesos de desarticulación socio-étnica originados tras la relocalización de las comunidades, una vez trunco el intento de resistencia colectiva en el Valle Calchaquí. La huida, puede ser vista, entonces, como una forma más de resistencia indígena a las presiones impuestas a los indígenas en el espacio pampeano. En el Tucumán las etnias del valle calchaquí desarrollaron acciones colectivas, que involucraban a toda la comunidad, estableciendo mecanismos concretos y conscientes frente a los intentos de dominación europeo (alianzas intra-étnicas, confrontación armada). Una vez desarticulada la rebelión, al efectuarse la dispersión étnica con su traslado a diferentes ámbitos geográficos, percibimos otro tipo de resistencia a la que denominamos “pasiva”, por tratarse de estrategias más solapadas y de tipo individual. (…) Así, vemos que lejos de resignarse a las imposiciones coloniales, muchos de los indios reducidos optaron por la huida como forma de deshacerse de las exigencias que les deparaba la vida reduccional en el ámbito pampeano. Pero la huida no es la única estrategia visible. Entre los indígenas que permanecieron en la reducción, el trabajo ineficiente o a desgano aparece como una alternativa posible para hacer frente a las imposiciones coloniales. (…) A fines del siglo XVIII la vida reduccional ya no existe y los indios quilmes y acalianes son identificados en las fuentes como trabajadores domésticos de la sociedad colonial porteña o huyendo hacia su tierra de origen ya ocupada por propietarios coloniales. Nada más preciso que esta descripción para comprender cómo se diluyeron formas de vida milenarias bajo el sistema de dominación colonial. (…) Hacia 1812, con algo más de un siglo de existencia, la reducción de la “Exaltación de la Cruz de los indios Quilmes”, será extinguida por decreto del gobierno revolucionario de mayo: “Declárase al pueblo de los Quilmes libre a toda clase de persona, su territorio por la propiedad del estado. Se derogan y suprimen todos los derechos y privilegios que gozaban los pocos indios que existen en dicha población y en su virtud se extingue a los citados naturales toda jurisdicción, amparándoles por ahora en la posesión de los terrenos que ocupan y cultivan, hasta que el Coronel Pedro Andrés García realice el plano que se le ha ordenado formar del indicado pueblo” (Decreto del 14 de agosto de 1812). Quedando esta tierra en manos del estado, se trazarán 554 solares, 12 quintas y 72 chacras, con lo cual se crea el pueblo o localidad de Quilmes, haciendo alusión a primeros pobladores.

Carlón, Florencia. “La reducción ‘Exaltación de la Cruz de los indios Quilmes’: un caso de relocalización étnica a fines del siglo XVII”.
En: “Mundo Agrario. Revista de estudios rurales”, vol. 8, nº 15, segundo semestre de 2007.
Centro de Estudios Histórico Rurales. Universidad Nacional de La Plata.