Pero, entonces, ¿para qué dialogamos? Se supone que dialogamos, entre otras cosas para aprender del otro, para buscar juntos la verdad o para decidir juntos qué es lo más conveniente para todos, aquello que consideramos lo más justo. A través de la discusión podemos llegar a un mejor entendimiento, aun cuando no nos pongamos de acuerdo. Pero este intercambio y esta construcción sólo son posibles si aceptamos que no somos superiores ni inferiores que aquellas personas que discuten con nosotros y si disponemos de herramientas para detectar y evitar las falacias.
Esta actividad tiene por objeto ayudar a los alumnos a reconocer falacias tanto en diálogos ficticios como en diálogos reales. El diálogo necesita de la tolerancia, del reconocimiento del otro como un semejante y de la aceptación de nuestra falibilidad. Quien se considera superior a los demás, quien no acepta que puede equivocarse, no puede establecer con los otros un auténtico diálogo. Reconocer y evitar falacias en nuestras argumentaciones permite cooperar con el diálogo para que éste concrete su objetivo de construcción de sentidos. Se espera que esta actividad contribuya a que los niños reconozcan la importancia del diálogo y la necesidad de cuidar nuestra forma de argumentar.
La actividad comenzará cuando usted presente a sus alumnos algunos ejemplos de diálogo que podrían darse en situaciones diversas. Los leerán y luego analizarán sus diferentes tipos de argumentos.
Cuando hayan completado la atenta lectura de los diálogos, usted puede plantear a sus alumnos preguntas como las que aquí le presentamos. En el primer ejemplo, ¿Daniel critica la afirmación de Carlos?, ¿cuál sería el error que ha cometido Daniel? En el segundo ejemplo, ¿Patricio construye un buen argumento de por qué votaría al Partido de la Esperanza?, ¿la opinión de Maradona sirve como argumento para decidir a quién se debe votar?, ¿por qué? En el tercer ejemplo, ¿es un buen argumento el de Alberto?, ¿que la mayoría opine a favor de cierta medida, determina que esa medida sea justa?, ¿por qué? Por último, en el cuarto ejemplo, ¿a qué estrategia recurre Valentino para que Luis acepte su propuesta?, ¿qué piensan ustedes sobre ese recurso?
Cuando hayan desarrollado el intercambio y la reflexión sobre cada uno de los diálogos expuestos, le sugerimos que intente guiar y facilitar la tarea de sus alumnos hacia las siguientes conclusiones:
En el ejemplo 1, Daniel desea criticar lo que opina Carlos. Pero en lugar de ofrecer pruebas o razones de por qué no está de acuerdo con Carlos, critica a Carlos como persona. Carlos puede ser ladrón, pero puede estar diciendo algo verdadero. Lo que somos como personas no es prueba absoluta de que aquello que afirmamos es verdadero o es falso. Esta falacia consiste en atacar a la persona que afirma algo en lugar de criticar su afirmación. Incluso una persona "mala" puede decir la verdad o razonar correctamente. Es frecuente que alguien que no sabe cómo defenderse de una crítica utilice este tipo de falacia.
En el ejemplo 2, Patricio quiere mostrar la verdad de su idea sólo porque es una idea defendida por alguien a quien admira. Para él, Maradona no se puede equivocar porque "es un genio"; es decir que Maradona funciona para Patricio como una "autoridad". No se puede negar que Maradona sabe de fútbol. Sin embargo, que sepa de fútbol no lo convierte en una autoridad que pueda emitir juicios de valor sobre cualquier otro tema. Defender una idea argumentando que es verdadera porque así lo afirma alguien a quien admiramos por razones ajenas al tema en cuestión es una falacia. Deberíamos tener pruebas o razones para defender nuestra opinión.
En el ejemplo 3, Antonio defiende que debe implementarse un aumento de las sanciones para quienes sean responsables de los accidentes automovilísticos porque la mayoría opina de ese modo. Sin embargo, que la mayoría crea en la verdad de una afirmación o en la conveniencia de una medida no demuestra lógicamente que esa afirmación sea verdadera o que esa medida sea conveniente.
En el ejemplo 4, Valentino, en lugar de ofrecer razones para probar lo que piensa, recurre a la fuerza (o a la amenaza de emplear la fuerza). Y, resulta evidente que, si uno cuenta con la fuerza de su lado, eso no significa que también cuente con la razón. Justamente, cuando dos pueblos entran en guerra, es porque se ha terminado la razón y se ha recurrido a la fuerza. El error está en creer que el que gana la contienda tiene la verdad.
Sería conveniente que usted pudiera anotar y organizar en el pizarrón cuáles fueron las conclusiones a las que los chicos llegaron luego de dialogar e intercambiar sus pareceres sobre las situaciones de diálogo que dispararon la reflexión. De este modo, agregará claridad al objetivo de la actividad realizada. A continuación, le presentamos un ejemplo de las posibles conclusiones del trabajo.
Cuando queremos demostrar que tenemos razón con lo que decimos o cuando queremos demostrar que el otro está equivocado, no es correcto: criticar al otro como persona; apoyarnos en supuestas autoridades (menos aún cuando esas autoridades saben mucho de otras cosas pero no del tema del que estamos hablando); apoyarnos sólo en lo que opina la mayoría; usar la fuerza o la amenaza.
Para enriquecer esta actividad usted puede pedir a sus alumnos que reconstruyan los diálogos propuestos
convirtiendo las falacias en argumentaciones correctas. También será sumamente provechoso que pida a
sus alumnos algunos ejemplos de falacias, que ellos hayan escuchado o que hayan cometido durante las discusiones que
tienen en la escuela.