Caricatura publicada en El Mosquito el 22 de diciembre de 1878. La imagen muestra un mitín celebrado dos días antes. Podemos observar a importantes personajes de la época, como Bartolomé Mitre y Julio A. Roca, además de los distintos sectores sociales.

Las elecciones constituyen un mecanismo fundamental del sistema político moderno, destinado a garantizar la rotación y la sucesión pacífica en los cargos de gobierno.

Durante el siglo XIX, sin embargo, no siempre las ganaba el mejor ni el más popular. Como está planteado en la Monografía, a causa del fraude electoral y de diversos mecanismos de coerción, pocos se decidían a emitir públicamente su voto. La Ley Sáenz Peña, de 1912, vino a normalizar esta situación, con la promulgación del voto secreto y obligatorio y de diversos controles que aseguraron elecciones limpias y sin riesgos.

Les presentamos distintos tipos de actividades para comprender, profundizar y analizar este tema.

Monografía

Elecciones, fraude y movilización política

Las elecciones constituyen un mecanismo fundamental del sistema político moderno, destinado a garantizar la rotación y la sucesión pacífica en los cargos de gobierno. A través de las elecciones, el ejercicio de un cargo representativo es legitimado por ciertas reglas pactadas para el juego político. Estas reglas constan, en general, en una constitución escrita.

En la República Argentina, la Constitución Nacional de 1853 proclamó la soberanía popular y definió los rasgos esenciales del régimen electoral: otorgó el sufragio universal para los adultos de sexo masculino mayores de edad, nativos o nacionalizados, y fijó los mecanismos y condiciones para el acceso a los distintos cargos electivos.

Sin embargo, varios historiadores y cientistas sociales subrayaron la contradicción entre las leyes electorales pactadas por la Constitución y el sistema de fraude y violación de la soberanía popular que rigió durante la segunda mitad del siglo XIX. Asimismo, afirmaron que las condiciones indispensables para el ejercicio de los derechos prescritas por la Constitución de 1853 sólo se garantizaron a partir de la sanción de la Ley Sáenz Peña, en 1912, que dispuso el carácter secreto y obligatorio del sufragio universal masculino.

En los últimos años se desarrollaron algunas investigaciones que permitieron relativizar un tanto estas afirmaciones. Algunos autores han señalado que, si bien las disposiciones electorales de la Constitución Nacional tuvieron un cumplimiento limitado durante la segunda mitad del siglo XIX, ello no necesariamente autoriza a descartar la legitimidad de un régimen político que habría reconocido otros modos informales de legitimación, como el asociacionismo, la prensa o la movilización popular. Estas prácticas, complementarias del sufragio, eran capaces de canalizar la opinión pública. Por otra parte, se han registrado valiosos avances en el estudio del sufragio y las prácticas electorales, que permiten reconstruir un universo más rico y complejo que lo supuesto. En tal sentido resulta posible afirmar que, durante la segunda mitad del siglo XIX, las elecciones constituyeron una de las fuentes de legitimación del poder político, aun cuando se llevaran a la práctica limitadas por el fraude y las irregularidades.

En esta Monografía estudiaremos las características de las elecciones y las prácticas electorales en Buenos Aires entre 1852 y 1880, para realizar finalmente algunas consideraciones sobre la relación entre las elecciones y la cuestión de la legitimidad del régimen político.

Antes, durante y después del voto

Según la historiadora Pilar Gonzáles Bernaldo, las elecciones eran reconocidas como el mecanismo apropiado para conducir a las elites al desempeño de la dirección política de la sociedad. ¿Cuáles eran las características de las elecciones en esta etapa? ¿Cómo se desarrollaban estas prácticas? ¿De qué modo cumplían sus objetivos?

La historiadora Hilda Sabato ha caracterizado tres momentos dentro del proceso electoral durante el período 1852-1880: las instancias preelectorales, la jornada electoral y la etapa post electoral.

  1. Durante las instancias preelectorales actuaban organizaciones creadas por los partidos políticos después de la caída de Rosas, en 1852: los clubes parroquiales. Las parroquias delimitaban las secciones electorales, que sumaban una docena en la década de 1860, y catorce en la década de 1870.

    Hacia fines de la década de 1850, los clubes parroquiales fueron reemplazados por los clubes políticos. Éstos tenían la función de formar opinión en torno de candidaturas y de realizar los denominados trabajos electorales, que consistían en la preparación de listas, la celebración de mitines y movilizaciones públicas, la inscripción de potenciales votantes en el Registro Electoral y la preparación del fraude para el día de los comicios. Los trabajos electorales quedaban en manos de las segundas y terceras líneas de los partidos. Su objetivo era garantizar la llegada de los dirigentes notables a un cargo representativo. Los clubes no tenían un funcionamiento permanente: se organizaban en vísperas de cada elección y gozaban de cierta autonomía dentro de los partidos. Los vecinos eran convocados para dar a conocer, en el atrio de las parroquias, su opinión sobre las posibles candidaturas. La respuesta de la población era generalmente entusiasta y numerosa. Sin embargo, los clubes no perdían su control sobre la situación, ya que las listas de candidatos terminaban siendo producto de la manipulación de sus dirigentes.

    Antes de la elección se organizaba la inscripción de los votantes. Hasta 1863 no hubo padrón previo. Las personas que deseaban votar debían tener domicilio reconocido en la parroquia respectiva y estar inscriptas en la Guardia Nacional. La ley de 1863 creó el Registro Cívico, a cargo de una Junta Calificadora. Ya que no se dispuso la elaboración de un padrón permanente, los clubes debieron garantizar la inscripción de potenciales votantes en un registro especial. La carencia de documentos personales de identificación permitía que un mismo individuo pudiese sufragar en varias mesas electorales con boletas de inscripción ajenas. En muchos casos, incluso, eran inscriptas personas fallecidas o que jamás habían existido.

  2. La jornada electoral demandaba una cuidadosa organización. No era raro que un acto eleccionario se convirtiera en un episodio violento. Por este motivo, los riesgos que suponía participar en una elección contribuían a que muchos se abstuvieran de votar, a tal punto que, normalmente, sólo votaba un 2 o 3% del total de la población. De este modo, las elecciones se convirtieron en una especie de batalla, donde pequeñas y contundentes "máquinas de guerra" eran movilizadas con la intervención decisiva de los clubes políticos, la policía, el ejército y la guardia nacional. Tales "máquinas" estaban compuestas por empleados públicos o privados que desempeñaban trabajos humildes -carreros, peones de ferrocarril o de mercados, etc.- y eran dirigidas por algunos jefes políticos intermedios, capataces y estudiantes que hacían sus primeras armas en la política. Incluso los inmigrantes -en teoría sólo autorizados a emitir sufragio en elecciones municipales- parecen haber tenido una presencia activa dentro de las huestes electorales.

    El control de las mesas tenía una importancia esencial para definir el resultado de una elección, lo que daba lugar a violentas disputas. En la década de 1850, las autoridades de las mesas eran elegidas por los vecinos presentes a la hora de la apertura. La Ley Electoral de 1863 dispuso que cada sección debía estar presidida por un juez de paz, acompañado por cuatro vecinos, sorteados en el momento de iniciarse los comicios, y otros dos designados por la Legislatura. La Ley Electoral de 1873 modificó su composición: entonces debían ser cinco los vecinos titulares y otros tantos los suplentes, sorteados entre veinte inscriptos en el Registro. Estos veinte ciudadanos eran preseleccionados por una junta especial, compuesta por el presidente de la Legislatura, el presidente del Tribunal Superior de Justicia y un juez federal de sección. En este caso, el juez de paz sólo debía encargarse de entregar el registro a las autoridades de las mesas, en tanto que los partidos estaban autorizados a designar fiscales. Pese a las reformas, la violencia no disminuyó.

    Hasta 1873, el voto era oral. Ese año fue reemplazado por una boleta manuscrita, en la que debía consignarse el nombre y apellido del sufragante, su número de inscripción en el registro y los candidatos a quienes votaba. Luego, la boleta debía ser introducida en una urna de madera. En Buenos Aires no se votaba por listas sino por nombres, y cada votante debía llenar la totalidad de los cargos en disputa. Aunque los clubes distribuían, antes del día de los comicios, listas con los nombres de los candidatos recomendados, a menudo se practicaban tachas y sustituciones para expresar desavenencias o simpatías personales, lo que provocaba una mayor incertidumbre sobre el resultado definitivo.

    La jornada electoral concluía cuando las autoridades de mesa anunciaban públicamente los resultados y remitían toda la documentación al Poder Legislativo.

  3. En ese momento se iniciaba la etapa post electoral, que concluía con la aprobación de los candidatos por parte de la Cámara a la que debían integrarse. Frecuentemente, los resultados eran modificados en el trayecto entre las urnas y el cuerpo encargado de proclamarlos. Durante esta etapa solía denunciarse el fraude y la manipulación electoral. Sin embargo, la postulada regeneración del sistema electoral no se concretaría hasta 1912, cuando la Ley Sáenz Peña instituyó el voto secreto y los controles necesarios para garantizar una correcta votación.

Conclusiones: sufragio y legitimidad

El sufragio universal fue proclamado en Buenos Aires en 1821 y mantuvo su vigencia en las elecciones legislativas de la provincia a lo largo del siglo. De este modo, constituía una práctica tradicional que la población asociaba directamente con la legitimidad del poder político. Por ese motivo, al reafirmarse su vigencia en la Constitución Nacional de 1853, reformada en 1860, y en las constituciones provinciales de 1854 y 1873, la dirigencia se limitó a explotar en su beneficio una herramienta política de comprobada utilidad.

Según señala Pilar González Bernaldo, el interés de las elites no radicaba en permitir una mejor representación de los ciudadanos, sino en garantizar el triunfo de quienes los dirigían. De este modo, el sufragio estaba vaciado de todo contenido democrático -e incluso igualitario-, ya que en lugar de estimular una participación real se limitaba a producir una verdadera puesta en escena representativa, que permitía conciliar el principio de sufragio universal con las verdaderas bases del poder, por medio del fraude, que era la verdadera instancia de selección. De esta manera, esa selección no se realizaba en el marco del respeto de las libertades electorales y la neutralidad estatal, sino dentro de un sistema que Natalio R. Botana ha calificado como de "representación invertida". Según dicho sistema, no era la sociedad la que estaba representada en el régimen político, sino la propia elite dirigente, que en la práctica imponía al personal político a través del ejercicio del fraude y la coacción.

Consecuentemente, las elecciones jugaron un papel acotado en la mediación entre la sociedad civil y el poder político. Sin embargo, no fueron las únicas instancias de aceptación y refutación del poder desplegadas a lo largo del siglo. La relación entre sociedad y poder político fue mediatizada también a través de la movilización social, el asociacionismo y la prensa escrita.

A pesar de sus límites, las elecciones tuvieron una importancia esencial en la legitimación del régimen político, al ser aceptadas universalmente como el mecanismo idóneo de selección de autoridades públicas.

Caricatura aparecida en El Mosquito el 25 de marzo de 1877. Héctor Varela -un popular político de la época, protagonista de muchos actos, mitines y movilizaciones- llama a votar por una lista en la que él es el único candidato.

Bibliografía comentada

Enlaces a sitios de interés

Este sitio ofrece contenidos sobre historia argentina, entre los que se encuentran comentarios generales -aunque un tanto convencionales- sobre la cuestión electoral. Cuenta con foros de debate y de difusión de monografías originales. (Fecha de consulta: 2 de agosto de 2000.)

Estos sitios corresponden a la Biblioteca Nacional y al Congreso de la Nación. Se pueden obtener referencias bibliográficas de numerosas publicaciones sobre elecciones, ya que cuentan con un tesoro de más de dos millones de libros cada uno. Sin embargo, la posibilidad de tener acceso a contenidos es todavía limitada, ya que ambos sitios se encuentran en etapa de formación. (Fecha de consulta: 2 de agosto de 2000.)

Este sitio corresponde al Archivo General de la Nación. Cuenta con varias secciones de interés, a las que puede accederse en forma gratuita. Si bien se encuentra en una etapa de formación, pueden encontrarse documentos, bibliografías y algunas obras digitalizadas. (Fecha de consulta: 2 de agosto de 2000.)

Actividad 1. Lectura de la Monografía

  1. Después de leer la Monografía, identifiquen qué partes de la misma podrían llevar los siguientes títulos, independientemente de los que aparecen en el texto.
  2. Lean los siguientes textos, indiquen cuál representa mejor la idea central de la Monografía y expliquen por qué.

Actividad 2. Trabajo con fuentes

1. Las siguientes cifras indican la población de la ciudad de Buenos Aires entre 1850 y 1880. Algunos datos provienen de censos pero, en general, las fuentes son estimaciones. Observen cómo fue en aumento el número de habitantes y el de extranjeros.

1850: 80.000 habitantes.
1860: 120.000 habitantes.
1869: 180.000 habitantes, de los cuales 90.000 eran extranjeros (datos del primer censo nacional).
1880: 300.000 habitantes, de los cuales alrededor de 160.000 eran inmigrantes.
(Relación entre varones adultos nativos y extranjeros en 1869: 1 a 4, 15.000 nativos a 55.000 extranjeros. Esta proporción se mantuvo hasta el fin del período.)

2. El siguiente cuadro muestra las inscripciones en el Registro Cívico entre 1860 y 1880.

Parroquia/año 1864 1867 1869 1873 1878
Balvanera 250 148 114 975 911
Catedral al norte 246 86 207 765 s/d
Catedral al sur 431 97 287 554 559
Concepción 334 s/d 332 1.071 1.159
Montserrat 359 229 178 793 s/d
Piedad 295 112 215 724 984
San Cristóbal 0 0 0 529 s/d
San Juan 0 0 0 192 201
San Miguel 257 33 158 415 440
San Nicolás 347 208 262 600 s/d
San Telmo 221 220 220 690 682
Santa Lucía 118 s/d 190 257 s/d
Socorro 445 58 125 701 758
Pilar 339 s/d 285 564 797
Total 3.642 1.191 2.456 8.830 6.511

Tomado de Sabato, Hilda (coord.), Ciudadanía política y formación de las naciones. Perspectivas históricas de América Latina, México, Fideicomiso de Historia de las América, F.C.E., 1998.

a. ¿Por qué los datos están divididos en parroquias? Consulten la Monografía y observen el plano de la división parroquial de la ciudad alrededor de 1880.

b. Comparen la información de la cantidad de población con la cantidad de personas registradas para votar. ¿Les parece que tal comparación prueba la escasa participación de los ciudadanos en las elecciones, que se menciona en el artículo?

3. Los siguientes documentos presentan distintas visiones de las elecciones que tuvieron lugar en Buenos Aires el 11 de septiembre de 1852.

"Habíase para el 11 de abril invitado a la población de Buenos Aires a elecciones de diputados, para formar la nueva Sala de Representantes. El gobierno, de acuerdo con el general Urquiza, había hecho una lista, compuesta de ciudadanos muy aceptables, tolerando a Irigoyen, Baldomero y otros que Urquiza introducía. [...] Llega el día de las elecciones, y el general manda tres mil hombres de tropas de chiripá colorado, con sus jefes a la cabeza, a hacer triunfar, mostrando los cuchillos, las listas del gobierno, que sin eso iban a triunfar. Los ciudadanos que venían a las mesas a votar por la lista de Urquiza, al ver este innoble y cínico descaro, rompieron sus listas y tomaron las otras, y se perdió la votación por cuatro mil votos en sólo la ciudad, no obstante no diferenciarse unas y otras listas sino en diez nombres, de los cuales no había cuatro que fuesen enteramente odiosos.

Este hecho, de una notoriedad que el lector concibe, por la clase de coerción usada, y por los millares de personas que en él tomaban parte, puso el sello a la aversión que las medidas anteriores empezaban a despertar. Dos efectos fatales dejaba desde luego para la política futura del general. Violada así, no diré ya la elección popular, único recurso que los ciudadanos tenían para morigerar las pasiones del vencedor, sino el velo de pudor con que la coerción se disimula siempre, difundióse un sentimiento invencible de desconfianza, o, más bien, la evidencia de las miras violentas del general, y su desprecio de la opinión y de las formas gubernativas. [...] Pero no era esto lo peor, sino que habiendo sido vencido el general, no obstante el odioso cinismo de sus medios, el pueblo de Buenos Aires, lejos de abatirse en presencia de la fuerza, empezó a analizarla y a sentir que podía ser vencida, dislocada, y desmoralizada por el uso frecuente de estas resistencias civiles, pero enérgicas, que tienen su rebote sobre los jefes mismos del ejército, que se sienten envilecidos con el uso a que sus armas son destinadas."

Sarmiento, Domingo F., Campaña en el Ejército Grande, Kraft, Buenos Aires, 1957.

"El señor Bartolomé Mitre, nuestro compañero político, poniéndose al frente de las necesidades supremas de aquel momento solemne, comprendiendo la necesidad de vencer a Urquiza en los comicios, desenterró los muertos del cementerio, llevó sus nombres a los registros y venció a Urquiza en la contienda electoral, sin que a naides se le ocurriese entonces ni después, en nombre de eso que se ha llamado aquí la pureza del sufragio, a espantarse."

Varela, Héctor, discurso pronunciado en la Cámara de Diputados de la Nación Argentina, 1864.

a. Lean los documentos. Presten atención a sus autores.

b. Busquen información sobre el contexto histórico de la elección de septiembre de 1852.

c. Analicen en el texto de Sarmiento:

d. Analicen en el discurso de Héctor Varela:

4. Lean el siguiente texto de Nicolás Calvo y la información sobre el contexto histórico de sus denuncias.

"Esa injerencia ilícita empezó hace tres o cuatro meses por la destitución de empleados bajo el pretexto de que eran terroristas.[...] El objeto era alarmar a la opinión y buscar el pretexto para plantear una coacción abierta o disimulada según el caso permitiera. Vinieron después las correrías nocturnas del comandante Sotelo, los atropellamientos de domicilio, etc.; y todo esto lo supo el Gobierno; no sólo porque la prensa se lo dijo en alta voz, sino porque algunos amigos del Gobierno le hicieron presente que autorizando esos desacatos abría el camino a una tiranía futura.

A esos soldados que mandaba Sotelo para aterrorizar al pueblo se les pagaban quince pesos por noche, que hacían cuatrocientos cincuenta pesos por hombre, faltando así al presupuesto [provincial], y algunos oficiales veinte pesos. Es sabido que el jefe de Policía soltó a uno de esos asesinos de los más audaces, que llevó preso el pueblo, porque tenía una tarjeta del Club Libertad [liberal]. ¿No somos porteños los opositores? ¿No tenemos el derecho de elegir nuestros representantes? ¿Hay privilegios que puedan pertenecer a una sola fracción del pueblo?"

Denuncia de Nicolás Calvo en la Legislatura, 1857.

a. Señalen en el texto de Calvo cómo describe algunos de los procedimientos de fraude y los hechos de violencia. ¿De qué acusa al Partido Liberal?

Actividad 3. Reflexiones sobre la actualidad

Orientaciones didácticas

Referencias curriculares

La Monografía y las Actividades se relacionan con varios temas incluidos en los Contenidos Básicos Comunes para el Tercer Ciclo y para el Polimodal (Ministerio de Educación, República Argentina) de Historia y de Formación ética y ciudadana. Entre los contenidos conceptuales, se destacan los siguientes:

Asimismo, este material se vincula a contenidos actitudinales, entre otros:

Finalmente se trabajan contenidos procedimentales, como los siguientes:

Descripción de las actividades

La propuesta consiste en tres grupos de actividades.

La Actividad 1. Lectura de la Monografía presenta algunos recursos para reforzar la lectura comprensiva del texto informativo. La primera consigna apunta a guiar un análisis, identificando en el texto distintas partes, según su contenido. La segunda propone trabajar sobre la comprensión global de la Monografía.

Antes de hacer estas actividades, se recomienda trabajar la Monografía en clase a través de preguntas-guía, comentarios y discusiones.

La Actividad 2. Trabajo con fuentes presenta un secuencia de actividades que relacionan distintos tipos de testimonios históricos: fuentes escritas, fuentes estadísticas, planos.

El trabajo con estos materiales permite otro acercamiento al tema de la Monografía. Los chicos realizan una interpretación propia de las fuentes, que les permite profundizar la información provista por los autores en la Monografía, y les aporta elementos para realizar una lectura crítica de sus observaciones. La Actividad 2 tiene también valor procedimental en sí misma.

La Actividad 3. Reflexiones sobre la actualidad requiere trabajar con otro tipo de materiales y recursos: diarios, revistas o páginas de Internet, para buscar información sobre el pasado reciente. A partir de allí se propone un trabajo comparativo, con los recaudos necesarios para vincular circunstancias muy diferentes entre fines del siglo XIX y fines del XX. Esta instancia puede ser importante, también, para reflexionar sobre el concepto de participación.

Tiempo

El tiempo es variable, según el trabajo que el docente decida realizar con las actividades (en clase o en casa, individual o en grupo, con o sin puestas en común). Puede oscilar entre 8 y 10 horas cátedra.

Materiales

Los materiales son los que presentamos en este Organizador: fuentes escritas, fuentes estadísticas, imágenes.

Objetivos

Comentarios sobre el aprovechamiento de la actividad

Sugerencias de evaluación

En este tipo de trabajos es conveniente evaluar, entre otras cosas, la comprensión del proceso histórico y la capacidad de los chicos de formular hipótesis explicativas. Esta evaluación se puede realizar a través de producciones escritas, exposiciones o debates orales, entre otros recursos.

Organizador

El contexto histórico de la elección de septiembre de 1852

El 3 de febrero de 1852, el gobernador de la provincia de Entre Ríos venció en la batalla de Caseros al gobernador de la provincia de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, quien había dirigido de hecho, durante más de un cuarto de siglo, la política a lo largo del territorio nacional.

Una vez concretada la victoria, Urquiza intentó ejercer control sobre Buenos Aires, actitud que fue censurada por escritores y políticos liberales que habían acompañado al gobernador entrerriano en su empresa guerrera y ahora comenzaban a retornar al país después de un obligado exilio durante el rosismo. Los liberales -entre los que se contaban Bartolomé Mitre, Domingo F. Sarmiento y Héctor Varela- querían que Urquiza volviera a su provincia y dejara en manos de ellos el gobierno provincial.

El 11 de abril de 1852 se realizaron elecciones para regularizar la situación institucional de Buenos Aires. Los liberales presentaron una lista propia, que se enfrentó con la patrocinada por Urquiza y las autoridades impuestas por éste, y consiguieron la victoria. Sin embargo, los medios utilizados para obtenerla sólo quedarían en claro varios años después, ya que en su momento las explicaciones fueron bastante contradictorias.

En el mes de septiembre de 1852, las fuerzas políticas porteñas -liberales y antiguos rosistas- consiguieron desembarazarse del control de Urquiza e iniciaron una larga lucha. Hasta fines de 1859, Buenos Aires se mantuvo al margen de la Confederación Argentina gobernada por Urquiza.

A fines de 1861, la victoria sobre las fuerzas de la Confederación Argentina en la batalla de Pavón permitió que Buenos Aires recuperara su hegemonía sobre el conjunto de la nación. Poco después, el jefe de esta provincia, Bartolomé Mitre, fue elegido presidente. Sin embargo, con el triunfo afloraron antiguas divergencias dentro del liberalismo porteño, que inmediatamente provocaron la formación de dos facciones irreconciliables que se enfrentaron permanentemente en el terreno electoral hasta 1880: el mitrismo y el alsinismo, en el que revistaba Varela. En 1868, el autonomismo, aliado con fuerzas políticas de otras provincias, llevó a la presidencia a Domingo F. Sarmiento, quien hacia fines de su mandato, en 1874, debió hacer frente a una revolución fallida organizada por el mitrismo, que se consideraba perjudicado por la práctica sistemática del fraude electoral que realizaba la alianza gobernante a nivel nacional, con el beneplácito del primer mandatario.

El contexto histórico de las denuncias de Nicolás Calvo

Hasta fines de 1859, Buenos Aires se mantuvo al margen de la Confederación Argentina gobernada por Urquiza. Sin embargo, no por eso la vida política de la provincia resultó menos activa, sobre todo en el marco de algunos procesos electorales de importancia, como el correspondiente al año 1857, que enfrentó a liberales y federales. Estos últimos estaban encabezados por Nicolás Calvo.

Plano de la división parroquial de la ciudad

Plano de la división parroquial de la ciudad
textos: Alberto Lettieri y Laura Garbarini
imágenes: Archivo Graciela García Romero
edición: Cecilia Sagol y Marcelo Gargiulo
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