La idea es que quien escribe debe alimentar la escritura con material suficiente como para mantenerla viva y andando, y que ese requerimiento hace que el escritor deba adoptar la tarea de vivir, de someterse a situaciones y momentos a los que observar para luego traducir a conjuntos de palabras. Ese trabajo de captar y consignar es una coartada para meterse en situaciones que de otra forma no hubiéramos llegado a vivir, y me parece un buen planteo para dar a nuestros alumnos, de manera de transformarlos en investigadores del mundo.

Es habitual que los alumnos reciban la consigna de realizar un trabajo de investigación sobre algún tema. Por lo general este pedido hace que los estudiantes se acerquen a distintas bibliografías, buscando tanto datos como ideas, pero lo interesante del planteo de Lammott, la semilla de su idea que creo valioso aprovechar, es la propuesta de ir con ánimo investigativo hacia el mundo, hacia una realidad concreta que pueda y deba abordarse con una actitud de búsqueda que los lleve a hacerse cargo de juntar sus vivencias con su arte de pensar.

¿En qué temas de investigación estoy pensando?

El objeto de estudio es la realidad, la realidad vivida y trabajada en las ideas que pueblan nuestro pensamiento. Los temas que pueden surgir son infinitos:

? Las calles
? Mi amigo Carlos
? La televisión en mi familia
? Las pasiones deportivas
? Las dificultades que tengo para estudiar
? El miedo
? Mi papá
? Mi mamá
? El tiempo
? Los autos
? La música en mi vida

Una vez fijado el tema, el investigador debe establecer las experiencias que constituirán su trabajo de campo, ¿qué lugares visitar, que conversaciones mantener, qué momentos vivir para estudiar su objeto?

Y es necesario también ayudar a establecer un método: ¿deberán completar un determinado número de páginas escritas sobre su experiencia, tomar fotografías y escribir luego sobre ellas, captar las palabras de los habitantes del mundo investigado para luego desgrabarlas y someterlas a algún tipo de análisis?

La escritura es tomada como en esta propuesta como el arte básico del pensamiento, la experiencia central que nos permite trabajar con palabras y sentidos de manera directa. El alumno debe juntar a la escritura con el mundo, valiéndose de su campo de interés como engrudo que permita tal unión. No sólo se trata en esta tarea de evitar la bibliografía y de promover el abordaje directo de las cosas, haciendo pie al mismo tiempo en el pensamiento como instrumento o como destino, sino de aprovechar la fuerza del interés personal para lograr alimentar con sentido el trabajo por delante. Es por eso que los temas deben ser determinados desde la pulsión más profunda y verdadera del alumno. Forzarlos a la adopción de temas "meritorios" sería despojarlos de su combustible esencial de sus pensamientos, el entusiasmo que empuja a todas las personas hacia el mundo.