La tecnología educativa y su evolución

Al considerar el concepto de tecnología educativa en sentido amplio, decíamos que está constituida por los dispositivos sociales que se utilizan para transmitir conocimientos y valores a las nuevas generaciones, y que entre estos dispositivos se incluye la tecnología escolar.

Esa estructura organizativa a la que genéricamente se alude como escuela, universidad o colegio tiene, en todos los casos, componentes similares: algunas personas que saben y son los puntos de referencia de grupos amplios que no saben, habitualmente congregados en un edificio donde unos y otros se encuentran. Unos, para transmitir conocimientos; los otros para recibirlos. Estos últimos están separados por grupos (de edad, de interés, etcétera) e insertos en una estructura organizativa gradual, por la que se asciende a través de pruebas o exámenes, en los que quienes dieron la sabiduría certifican que los otros saben.

También hablamos del imaginario social como construcciones psíquicas, imágenes que crean la ilusión de que son verdaderas, únicas e indiscutibles. El imaginario está mejor asentado en torno a instituciones a las que vemos como algo natural, que siempre existieron y siempre existirán.

Sin embargo, hace poco tiempo que la escuela es como es, y todo indica que dejará de ser así. Las teletecnologías parecen socavar lentamente el imaginario y orientarlo hacia otros lugares.

¿Se imagina una escuela sin edificios? ¿Sin horarios? ¿Sin docentes al frente de alumnos? ¿Cuáles serían sus ventajas e inconvenientes? ¿Cómo se certificarían los aprendizajes? ¿Quién ocuparía el papel del que sabe?
Le proponemos leer el cuento de Isaac Asimov y luego contestar las preguntas. Y después, si le parece oportuno, trasladarlas a su colegas y alumnos...

"Cómo se divertían..."

Asimov, Isaac. Lo mejor de Isaac Asimov. Buenos Aires, Emecé, 1976.

(?) -Claro que tenían un maestro, pero no era un maestro normal. Era un hombre.
-¿Un hombre? ¿Cómo un hombre puede ser maestro?
-Bueno, él les decía cosas a los chicos y a las chicas, les daba deberes y les hacía preguntas.
-¿Y todos los chicos aprendían lo mismo?
-Por supuesto; si tenían la misma edad.
-Pero mi mamá dice que un maestro debe ser ajustado a la mente de cada muchacho o chica a quien enseña, y que a cada chico hay que enseñarle en forma diferente.
-Puede ser, pero no lo hacían así en aquella época.

(...)

Margie entró en la clase, ubicada al lado de su dormitorio. El maestro mecánico estaba prendido esperándola. Siempre funcionaba a la misma hora, día tras día menos sábados y domingos, porque su madre decía que las chicas pequeñas aprendían mejor si lo hacían en horarios regulares.

La pantalla estaba iluminada y decía: "La lección de aritmética de hoy es sobre la suma de quebrados regulares. Sírvase insertar la tarea de ayer en la ranura correspondiente".

Margie obedeció con un suspiro. Estaba pensando en las escuelas del tiempo en que el abuelo de su abuelo era chico. Todos los chicos de la vecindad llegaban, riendo y gritando al patio de la escuela, se sentaban juntos en clase, y al final de la jornada volvían juntos a sus casas, y como aprendían las mismas cosas podían ayudarse unos a otros con la tarea y comentarla. Y los maestros eran personas...

Margie pensaba en cómo los chicos gozaban con la escuela en los tiempos pasados. Pensaba en cómo se divertían...