Actividad en el aula

Ilustración: Gustavo Damiani

Los niños suelen expresar rechazo o tienen actitudes despectivas frente a aquello que ven como diferente. Esto significa que aproximarse de una manera positiva a la diversidad sociocultural que presentan los miembros del grupo de una clase es una actitud que requiere aprendizaje. La experiencia suele mostrar que el simple intercambio entre alumnos con puntos de partida culturales diferentes no resulta suficiente para incentivar actitudes y conductas respetuosas, solidarias y de integración positiva. Pero tampoco es posible lograr una convivencia enriquecedora desde la imposición de un "deber ser" de tolerancia que ignore o encubra los sentimientos de rechazo, ya que todas las actividades que se apoyan en lo declarativo sólo logran un compromiso formal y momentáneo. Por el contrario, será necesario reflexionar con los chicos sobre cuáles son los prejuicios y los miedos que surgen frente a lo desconocido, para ir fomentando la comprensión y evitar que realicen acciones que puedan humillar a algún compañero. Esta actitud es fundamental, teniendo en cuenta que la indiferencia -o el rechazo- sobre los aspectos culturales de cada alumno (es decir, sobre lo que él mismo representa como expresión de una cultura específica) puede, no solo afectarlo personalmente, sino también conducir, a largo plazo, al menoscabo de las bases que son necesarias para la formación de identidades colectivas. Por estas razones, es preciso que día a día se concrete dentro del aula la valorización de cada niño y que se le brinde el respeto que merece, como elementos básicos para su desarrollo y como condición indispensable para la construcción de la vida democrática.

Propósito

Esta actividad se propone favorecer la aceptación de las diferencias y el reconocimiento de la igualdad, a partir de la toma de conciencia del encuentro de cada uno con lo "extraño" y de la reflexión sobre las consecuencias que conllevan las actitudes de rechazo o de indiferencia.

Desarrollo de la actividad

Le sugerimos que comience la actividad con la lectura del siguiente fragmento del libro Historia de un amor exagerado de la escritora argentina Graciela Montes.1

Historia de un amor exagerado (fragmento)

Y empezó (la historia) en día jueves y en la segunda hora, en el preciso momento en que Santiago Berón, el más petiso, vio entrar por la puerta del aula de séptimo grado a Teresita Yoon, la nueva. A partir del recreo de las diez, Teresita Yoon, la nueva, también empezaría a llamarse Teresita Yoon, la china, pero, para decir verdad, era coreana.
Teresita Yoon, la nueva, era linda. O, por lo menos, linda lo que se dice linda le pareció a Santiago cuando la vio entrar con el delantal muy blanco y el pelo muy negro por la puerta del aula. Tenía mejillas redondas como bizcochos tostados, ojos largos como hojas de laurel salvaje y una sonrisa tan pero tan sonrisa [...]. Teresita Yoon, la nueva, entró un poco asustada, mirando tímidamente a todos con sus ojos de laurel salvaje. -¡Adelante -¡dijo la señorita [...]. Entonces, Teresita Yoon hizo una pequeña reverencia y dijo como quien canta: -An nienj. -y ahí estalló la primera carcajada. Una sola [...], y después un montón de carcajadas. -¿Qué decís? -chilló Gualberto-. ¿En qué hablás? -rugió Damián. Y se oyeron los cuchicheos y las risitas de dos chicas de por ahí cerca [...]. A Teresita Yoon los bizcochos se le pusieron rosados y las hojas de laurel salvaje se llenaron de agua. La señorita [...] se dio cuenta de que ya era tiempo de dejar la tiza y de acercarse a Teresita. Le rodeó los hombros con el brazo, miró muy enojada hacia el rincón de las carcajadas y dijo: -Teresita Yoon es coreana y nos saludó como se saludan todos en Corea. Ahora se va a quedar a vivir acá y va a aprender a saludar como nosotros.
La señorita sabía mucho de esas cosas porque tenía un novio italiano.

Cuando termine de leer el cuento, usted podrá iniciar un diálogo con sus alumnos, planteando preguntas como las siguientes: ¿por qué les parece que los chicos se reían?, ¿por qué bautizaron a Teresita "la china"?, ¿hay alguien en el grupo que alguna vez haya pasado por una situación similar?, ¿qué sintió en ese momento?, ¿cómo se sentirían ustedes, si les tocara vivir lo que vivió Teresita? Piensen un poquito... ¿qué nos pasa cuando nos encontramos con alguien "diferente"?, ¿acaso nos parece "lindo" como le parecía Teresita a Santiago?, ¿por qué? O... ¿sentimos miedo?, ¿nos enoja tener que hacer esfuerzos para entendernos?

Luego, podrá plantear una situación hipotética para continuar la reflexión: ¿qué pasaría si hoy se integrara al grupo alguien que no habla bien nuestro idioma?, ¿qué les gustaría saber sobre él o ella?, ¿intentarían entender lo que dice o aprender algunas palabras de su idioma?, ¿le enseñarían palabras en castellano?

A partir de esta charla, y con el propósito de conocer un poco más a todos los compañeros, le sugerimos que desarrolle en el aula la realización de un "yo museo" a partir de los objetos personales que los chicos seleccionarán y llevarán a la escuela: juguetes preferidos, fotos, libros, recuerdos de sus lugares favoritos, entre otras cosas. El siguiente paso será destinar dentro del aula un espacio para el conjunto de objetos de cada uno y colocar carteles con sus nombres. Después, todo el grupo podrá recorrer el museo, formulando preguntas e invitando a cada uno de los expositores para que explique las razones que lo llevaron a elegir esos objetos. Esta muestra puede completarse con la elaboración de un "Librogalería de personajes", que presentará una página destinada a cada chico donde aparecerá su nombre y una síntesis de su "yo-museo".

Cierre de la actividad

Esta actividad podrá concluir con una reflexión sobre las semejanzas y las diferencias que presentan los chicos del grupo. Esta tarea conjunta les permitirá descubrir que todos tienen algo en común, por ejemplo, ciertas necesidades básicas y los derechos que se vinculan con el desarrollo de una vida digna como niños (afecto, alimento, cuidado de la salud, respeto, aprendizaje, poseer un nombre, una familia, una casa). Y, además, les permitirá contemplar aquello que los diferencia de los demás y que los enriquece y los hace únicos (rasgos físicos, fortalezas, debilidades, habilidades, gustos, formas de ser y de hablar e historias familiares, entre otras cosas). Le sugerimos que, en todos los casos, usted se encargue de insistir sobre la legitimidad de las diferencias tanto personales como culturales. Finalmente, esas diferencias e igualdades descubiertas por los chicos podrían registrarse en un cuadro.

Sugerencias

Es posible que durante el tratamiento de este tema se manifiesten algunos conflictos reales que existen en el grupo y que implican malestar y sufrimiento para algunos de sus miembros. Si esto ocurre, no evite su consideración porque, precisamente, esta actividad se dirige a trabajar sobre situaciones concretas en las que los chicos estén involucrados. Para que se pueda reflexionar productivamente y para que la tarea contribuya a mejorar esos conflictos, será conveniente que usted no exponga excesivamente los detalles de los casos particulares y que trate de disipar todo juicio de valor que pudiera obturar la posibilidad de repensar las situaciones, las conductas y los motivos. En cambio, sí convendrá que profundice el tratamiento del tema de la propuesta, enriqueciéndolo con otras actividades que -tangencialmente- den a los alumnos otras perspectivas que podrían aplicar a ese conflicto puntual.

Por ejemplo, si entre los niños hay una presencia importante de chicos migrantes o una especial dificultad para su integración, pueden trabajarse los roces y diferencias a partir del relato de cada uno de ellos sobre la llegada al país, las expectativas y los deseos, los motivos que impulsaron a sus familias a tomar esa decisión, cómo es el lugar de donde vienen, etc. También pueden ubicar los lugares en un mapa y contar qué cosas trajeron, qué otras tuvieron que dejar y por qué, qué les gusta de aquí y qué no, qué extrañan. Para reforzar este intercambio cultural (que será un mutuo descubrimiento), usted puede proponerles compartir algunas costumbres, fiestas y tradiciones religiosas, mostrar objetos, que juntos escuchen la música que se canta o baila en sus casas o explicar el origen de los nombres si pertenecen a otro idioma, entre otros múltiples puntos de interés que despertarán la curiosidad de todos los chicos.

1. Graciela Montes, Historia de un amor exagerado, Buenos Aires, Colihue, 1998.

Ministerio de Educación
Programa Nacional de Innovaciones Educativas