Niñas leyendo

Fotografía: Julieta Escardó

Los alumnos de Segundo Ciclo intensifican el empleo de la lectura como herramienta para el aprendizaje; es el momento en que comienzan a estudiar y la lectura adquiere un valor particular en este contexto: se trata de autocontrolar la comprensión, de establecer relaciones con otros conocimientos que se tienen sobre un tema, de seleccionar las ideas importantes de un texto, de reelaborar y reorganizar el contenido para poder comunicar lo que se estudió.

Desde los primeros años de escolaridad se plantean sistemáticamente a los alumnos diversas situaciones didácticas relacionadas con la adquisición de conocimientos a través de la lectura: explorar la biblioteca para ubicar determinada información, leer para saber más, leer para responder/se distintos interrogantes o resolver dudas, leer para recordar información y emplearla en forma pertinente. La diversidad de las situaciones así como la sistematicidad o continuidad en el planteo de este tipo de propuestas van permitiendo a los alumnos enfrentarse con la tarea de estudiar.

Cuando se lee para estudiar...

... es necesario poner en juego nuevas modalidades de lectura; estas nuevas modalidades se van adquiriendo progresivamente a lo largo del Segundo Ciclo, pero sólo posteriormente, ya en el tercero, es posible esperar un verdadero autocontrol por parte de los alumnos de aquello que han comprendido a través de la lectura, de lo que son capaces de empezar a reorganizar en nuevas estructuras de conocimiento y que tienen la capacidad de comunicar con eficiencia, en situaciones genuinas de comunicación -un público de compañeros, un intercambio de ponencias, un debate...- o en situaciones de "dar cuenta" a sus profesores de lo que han sido capaces de aprender acerca del tema solicitado. En Segundo Ciclo, se puede tratar de brindar a los alumnos la oportunidad de empezar a adquirir esas modalidades planificando a lo largo del año diversas situaciones en las que puedan profundizar a través de la lectura sus conocimientos acerca de un tema.

Es importante que los alumnos dispongan no sólo de uno sino de varios textos acerca del tema, ya sea en el aula, en la biblioteca de la escuela o en la biblioteca de alguna otra institución cercana. La relación con los libros va proporcionándoles una serie de conocimientos que resultan muy útiles a los buenos lectores; aprenden a distinguir aquellos materiales que contienen información y pueden manipularlos con relativa eficiencia:

También es importante plantear claramente a los alumnos con qué propósito se los invita a explorar diversos textos en la biblioteca, a leer en el aula determinados artículos o a dedicarse a la lectura de un texto en particular.

Si los alumnos estudian, como señalábamos hace un momento, "el sistema solar", tema que generalmente despierta interés en el Segundo Ciclo y que constituye además un contenido que figura en casi todos los diseños curriculares del ciclo, ¿de qué manera, dada su escasa experiencia, pueden decidir cuáles son los aspectos relevantes, qué es aquello que es conveniente recordar, qué subtemas podrían relacionarse entre sí? La intervención del maestro resulta, por supuesto, indispensable: una explicación oral, a lo largo de la cual el docente realiza o muestra esquemas o ilustraciones, donde sugiere tomar notas y realiza él mismo algunas en el pizarrón, mientras propone observar en los libros algunas fotos o cuadros comparativos, contribuye a "enmarcar" el tema, a definirlo, de modo que, cuando los alumnos enfrentan la lectura "para estudiar", disponen ya no sólo del marco que definió la exposición del docente, sino también de un vocabulario básico, de las notas propias o tomadas del pizarrón, de cuadros orientadores. Si se dispone de bibliografía variada y accesible para los niños, es interesante también proponerles consultar los índices y hojear los capítulos correspondientes en varios textos para corroborar cuáles son los temas que se reiteran y que, por lo tanto, pueden considerarse básicos dentro de la temática que se está estudiando. La lectura conjunta de esos puntos puede llevar a la elaboración de cuadros sinópticos o resúmenes (véase la Propuesta Nº 6, Producción de resúmenes), orientados siempre por el maestro. Estos textos funcionarán como intermediarios entre la totalidad del tema, muchas veces inabarcable para los alumnos, y lo que ellos estudien.

Además, es necesario llevar a cabo diversas acciones que permitan establecer relaciones entre el contenido que están indagando y algunos otros conocimientos. Antes de que los alumnos comiencen la indagación o mientras la realizan, el docente asegura que se pongan en contacto con algunos aspectos del tema -les cuenta de qué manera él mismo recuerda, o muestra el documental de la llegada del hombre a la luna, les hace ver la imagen de los distintos planetas (los anillos de Saturno, el color de Venus, el tamaño de Júpiter. . . ) en un libro de secundaria, dialoga con ellos acerca del fragmento de un video-; de este modo, trata de que, cuando los alumnos enfrenten los textos, dispongan ya de alguna información que les sirva como "punto de partida" para la comprensión. En este sentido, compartir con todo el grupo la lectura de un texto que contenga informaciones básicas o mirar y comentar un video sobre el tema antes de iniciar la lectura "para estudiar", puede resultar facilitador. Luego, mientras leen, ayuda mucho a los niños "volver sobre lo que ya saben". ("¿Se acuerdan de los anillos de Saturno...? ¿Cuál será Saturno en el esquema del sistema que tienen en el libro? ¿Con qué número está la referencia en el cuadro?")

También, se puede leer a los alumnos e ir comentando con ellos el texto cuando el mismo contiene algunos pasajes muy difíciles (véase la Propuesta Nº 4, Leer textos difíciles).

Si los alumnos disponen de un texto "único" (el mismo para todos, un manual o la fotocopia de una enciclopedia), el maestro puede solicitar que "sigan su lectura" y hacer, para todo el grupo, una "lectura explicada o comentada", ilustrada con anécdotas que seguramente conoce por su experiencia o que ha investigado a propósito del tema; así también comenta las imágenes, pide que alguno de los alumnos lea los epígrafes y trata de que adviertan de qué manera los mismos se complementan con la foto, la ilustración o el cuadro al que acompañan; formula preguntas cuya respuesta los niños pueden hallar en el texto o deducir de alguna de sus partes; solicita que los niños planteen lo que no han comprendido, comenten lo que han podido vincular con otras informaciones o realicen preguntas con el deseo de que se amplíe algún tema. Nuevamente, esta lectura compartida da un marco a los niños para saber qué necesitan recordar cuando se enfrentan a solas con el texto para estudiar.

Leer para estudiar. Cuando las condiciones didácticas se dan en el aula, las posibilidades de autocontrol de la lectura -que permiten "estudiar" un texto y tomar conciencia de cuánto se sabe de él- van aumentando progresivamente. Un niño de cuarto año, por ejemplo, difícilmente advierte cuánto aprendió de un tema a través de la lectura solitaria, aunque esta resulte absolutamente indispensable luego de que en el aula se llevaron a cabo algunas de las diferentes acciones propuestas. Posteriormente, las preguntas del docente lo ayudarán a organizar su exposición oral o escrita. El trabajo en pequeños grupos también da lugar a que los niños progresen como estudiantes: cada grupo prepara un aspecto diferente de un tema para exponer ante los demás -la comunicación, por lo tanto, adquiere el real sentido de "hacer saber"-. Los niños leen el tema entre ellos, se reparten los subtemas, se ayudan con láminas y, sobre todo, "ensayan" primero a solas y luego con el docente, en un aparte; el ensayo va proporcionándoles seguridad y el maestro puede sugerirles "sutiles" conexiones que terminan de darle sentido al tema. Del mismo modo, cuando los niños exponen por escrito un tema que han estudiado, es más necesario revisar con ellos el texto que evaluarlo; en esa revisión, y probable reescritura, se puede detectar el verdadero momento del "aprendizaje": los niños descubren conexiones entre distintos aspectos, advierten la incoherencia o la necesidad de algunos ejemplos y hasta "ven" la interpretación disparatada de ciertos párrafos.

Sugerencias didácticas

¿Se puede preparar una clase sobre lectura comprensiva con una finalidad exclusivamente didáctica? ¿Se puede imaginar la experiencia de leer aislada de otras experiencias dentro del aula? Las actividades que se han desarrollado para la Propuesta -a las que se accede activando el botón de "Materiales para el alumno"- pretenden no sólo darle al alumno formas de acercamiento a diversas estrategias de aprendizaje a través de la lectura, sino también crear condiciones reales que impliquen la necesidad de "leer para estudiar".

Ésta es la razón por la que se generó una secuencia de acciones que, como un proceso de investigación, enhebra conocimientos de historia, geografía, léxico, clases textuales que se reúnen alrededor del universo de la piratería. A su vez, esto permite encadenar las actividades propuestas con la guía de lectura de La isla del tesoro, de Robert Louis Stevenson, que se sugiere como actividad para el alumno de la Propuesta N° 1, Leer novelas, actividad permanente en Segundo Ciclo.

De esta manera, se pueden llevar a cabo estrategias de lectura vinculadas no sólo con la comprensión de textos para estudiar, generalmente explicativos y expositivos, sino también con la de obras literarias. Así, el sentido de la lectura incorpora diversos objetivos que no se ciñen sólo al aprender a leer para estudiar: los intereses se multiplican y, entonces, se lee atrapado por la intriga narrativa, se lee para comprender el mundo que representa una novela, se lee para conocer la versión histórica que la ficción imaginó.

Hacia allí se dirigen las actividades que se desarrollaron para la Propuesta:

"Leer para estudiar" concluye de esta manera como una acumulación cualitativa de saberes y de estrategias de estudio que ubican al alumno en el lugar de la acción: el que lee, el que investiga, el que resume y el que explora.