El proyecto es una actividad de base con ramificaciones capilares en todas las actividades humanas, de modo que ninguna profesión puede pretender un monopolio sobre el proyecto. El futuro es el espacio principal de la proyección. Ésta es sólo posible con un trasfondo de confianza y esperanza. Donde reina la resignación, donde no hay perspectivas para el futuro, no existe la proyección.

Gui Bonsiepe

El proyecto tecnológico es un concepto sujeto a los mismos equívocos y desentendimientos que la resolución de problemas tecnológicos. Representante de la metodología proyectual en el campo de la educación tecnológica, el proyecto es la base organizadora para el despliegue temático, estrategia de trabajo y concepto fundamental. Como contenido de aprendizaje específico y como plataforma metodológica para el desarrollo curricular, permite instalar en el ámbito educativo una valiosa herramienta de anticipación y un modo particular de acercarse a la realidad social, tanto para conocerla como para transformarla. Como expone la cita inicial, el proyecto se instala en el futuro, espacio incierto y poco afecto a los diseños curriculares y las planificaciones educativas.

La realidad real

Como concepto restringido, un proyecto se entiende como pensamiento que orienta la planificación para la ejecución de alguna cosa importante, que incluye los planos, los cálculos y la documentación técnica necesaria para la construcción. Como concepto amplio, y más allá de la abstracción, es la búsqueda de una organización metódica y racional del proceso que utiliza una organización social para solucionar problemas de orden material, integra el trabajo humano, incluye los proyectos personales de quienes participan como equipo de trabajo, y se corporiza en medio de la complejidad cultural de un ámbito productivo en particular. En ese contexto, el proyecto es algo vivo que por mucho que se planifique, no es: va siendo.

No busca el camino hacia una cosa: se hace, entre las cosas, un camino... Todo momento es algo, todo paso es una decisión.

Arthur García Nuñez

La realidad educativa

El ejemplo de la nave espacial Apollo XIII, revivido por el cine, y las recientes experiencias de las misiones a la estación espacial MIR dan cuenta de las situaciones que implica un proyecto tecnológico real, en los se cuenta con amplios conocimientos, experiencia, apoyo de la ciencia, recursos, etcétera. Pero como todo proyecto tecnológico, ninguno de ellos responde a leyes de la ciencia: sin que esto signifique improvisación, ensayo, error o imprecisión, están sujetos a la complejidad de la actividad humana y de los sistemas reales.

Si avanzamos un paso en el terreno educativo, y a un concepto amplio de proyecto se le integran los componentes sistémicos del aprendizaje, la complejidad parece convertirse en imposibilidad de estructurar conocimiento útil.

La realidad educativa

Según los CBC, el proyecto tecnológico constituye uno de los "procedimientos generales de la Tecnología", lo que puede llevar a suponer que, en términos educativos, sólo es un contenido procedimental. Sin embargo, además de articular el conjunto de los conocimientos del área, posee carga conceptual propia que integra aspectos técnicos, sociales, económicos, etcétera.

La primera diferenciación clara respecto de otros contenidos educativos es que involucra aspectos muy definidos de interacción social en términos económicos, de medición de resultados, cumplimiento de plazos, evaluación de consecuencias, entre otros, que están en la esencia misma de un proyecto tecnológico tal como se presenta en términos reales y que a veces son inviables en el contexto de la racionalidad educativa.

Ante las dificultades y los obstáculos para enseñar lo que "va siendo", parece mucho más lógico -en términos de racionalidad educativa- enseñar lo que ya fue. Un sucedáneo cosificado del proyecto, predecible, adaptable a las planificaciones y coherente con las ideas que sobre la ciencia (y la validez del conocimiento que determina) tiene el sistema educativo.

La problemática de la metodología proyectual, que no es sencilla, se torna casi inasible ante la confusión semántica y la falta de referencias en los diseños curriculares, donde está incluida en el capítulo de Tecnología, una generalización aún más confusa, un listado de referencias sólo nominales a objetos, procesos y formas de producir. Una imagen difusa sin entidad aparente que, por naturalización del conjunto de la artificialidad que nos rodea, el imaginario social concibe a partir de una porción ínfima de la realidad. ¿Qué es entonces lo que se enseña en Tecnología? ¿Cuál es el conocimiento específico que ha de ser transmitido por el sistema educativo? ¿Las cosas, la forma de producir las cosas, la reflexión sobre la influencia de las cosas en la vida cotidiana, los problemas derivados del uso de las cosas...? ¿Cuáles son las formas de conocimiento que debe desarrollar? El menú está servido, aunque ante la diversidad es conveniente recordar algunos conceptos:

...el conocimiento producto de la Tecnología es aquel al que le importa cómo debieran ser o cómo se debiera hacer para producir determinados efectos o artefactos y no de cómo son las cosas en sí. Es el dominio de lo contingente, resultado de la acción intencional del hombre (...) la tecnología admite saberes no necesariamente científicos, fruto de las prácticas de los sujetos sobre el mundo. Asumir la complejidad de los problemas que siempre son únicos y particulares, admite la posibilidad de incluir estos saberes. (...) la Tecnología se preocupa por la metodología proyectual y el diseño más que por conocer las causas últimas de los fenómenos. En todo caso, dichas causas son de su interés cuando se ponen al servicio de la resolución de un problema, la elaboración de un producto o la puesta en marcha de un servicio.

Adaptado de Margenat, Horacio. Diseño Curricular de la provincia del Neuquén. Área de Tecnología. 1997.

Si definir el contenido propio para saber que enseñar es una tarea dificultosa, cómo hacerlo no encierra dificultades menores. Si bien este CD incluye varias alternativas que, luego de adaptadas y contextualizadas, pueden ser viables para muchas situaciones educativas, es conveniente saber qué se persigue con esta forma de hacer las cosas. Encontrará algunas pautas orientadoras en documentos adicionales, pero es conveniente que se acerque a otras opiniones y luego genere sus propias decisiones:

...dentro de la perspectiva del enfoque sistémico existen dos tendencias didácticas. La que entiende el área como formadora de un modo de desarrollar las operaciones mentales, tomando como "materia" los contenidos de Tecnología ("desarrollar un modo de pensar tecnológico"). La otra entiende el área como formadora de un tipo de conocimientos específicos (los sistemas técnicos) que corresponden a la Tecnología como disciplina (...) La primera apuesta a un desarrollo de la inteligencia, de las operaciones mentales y de la creatividad; encara sus planteos sobre la base de la resolución de problemas y la metodología proyectual. La segunda hace hincapié en la enseñanza explícita de técnicas donde la resolución de problemas juega un papel menos cognitivo que en la primera.

Adaptado de Margenat, Horacio. Ibidem.

Similitudes, diferencias, realidades, contradicciones

"La palabra tecnología (utilizada en el sentido actual por Johann Beckmann en 1777) designa a la técnica industrial, que ya no es empírica: también integra el conocimiento científico y elabora sus saberes en forma metodológica (como la ciencia), pero con una lógica propia y diferente que en algunos casos se denomina know how ("saber cómo", en inglés). Es un conocimiento pragmático y finalista, antes que causal, obtenido por métodos racionales y experimentales.

Puede decirse que la concepción actual de la tecnología cristalizó con Edison, en su laboratorio de Menlo Park. Fue allí donde, deliberada y conscientemente, el trabajo consistía en producir conocimiento técnico sistemático para la industria y como un bien de cambio, con lo cual impulsó, también, el desarrollo del mercado de patentes y marcas.

Los grandes avances del siglo XX dejaron de ser patrimonio de los empíricos para desplazarse en forma paulatina y permanente hacia los laboratorios de investigación y desarrollo (I+D), sostenidos por el Estado y/o la empresa privada, que pasaron a funcionar como verdaderas fábricas de tecnología y a estrechar cada vez más, hasta hacerla imperceptible en algunos casos, la frontera entre la ciencia y la técnica.

De tal modo, los primeros aviones (diseñados por empíricos como los hermanos Wright) dieron lugar a estudios teóricos de aerodinámica, que inmediatamente se aplicaron a mejorarlos. La guerra, otro gran motor tecnológico, encontró las primeras aplicaciones masivas para un artefacto con el que poco se sabía qué hacer, además de cumplir el sueño de Ícaro.

Esta mezcla entre tecnología, ciencia y bien de cambio como resultado aplicable a una finalidad concreta, transformó el goce estético visual de la pirotecnia china en un cañón y, nuevamente guerra de por medio, en cohete y motor jet aplicado a un avión cuyo primer prototipo logró volar, casualmente, en 1941 y que sería usado masivamente, también por pura casualidad, en 1950 en la guerra de Corea. La energía nuclear, el desarrollo de las tecnologías vinculadas con la astronáutica, desde las computadoras y los combustibles hasta el disco compacto, fueron el remanente civil de la Guerra Fría.

Esta perspectiva, factible de ampliar con multiplicidad de consideraciones, muestra claramente que la finalidad del conocimiento vinculado a la tecnología está orientada al logro de metas específicas, en las cuales el valor del resultado no es un dato más. El pensamiento tecnológico tiene finalidades prácticas orientadas en un contexto de necesidad/deseo/demanda y los proyectos vinculados cumplen con esa premisa.

Incorporar esta forma de ver la realidad desde la perspectiva educativa persigue una doble finalidad: adquirir conocimientos y generar modelos de pensamiento. En el primer caso, como un procedimiento orientado a resolver problemas, en el segundo aportando categorías para el manejo conceptual de la complejidad que caracteriza esos procesos. En todos los casos como actividad social (antes que fabril), desarrollada por un grupo humano en un tiempo y en un espacio determinados.

Final abierto

Los documentos curriculares que identifican el área educativa de la tecnología (término genérico y polisémico) definen la metodología proyectual como eje organizador de sus contenidos y el proyecto tecnológico como la base para resolver problemas técnicos. Pero en el sistema educativo se avanza poco más allá de los enunciados. Como explicamos en los proyectos son un problema del diseño, tanto la metodología como el proyecto se utilizan apenas como un procedimiento para demostrar soluciones preexistentes y desplegar alguna que otra destreza. Esta situación permite afirmar que los problemas son un proyecto (todavía pendiente) de la educación.

Lectura relacionada:

Pautas para orientar el trabajo en el aula