Los alumnos analizan la realidad social -pasada y presente- desde "teorías" o marcos
conceptuales propios. Indagar sobre ellos, conocerlos, es fundamental para favorecer los procesos de
construcción del conocimiento histórico. Ello permitirá diseñar estrategias adecuadas
para hacer entrar en crisis esas ideas y "teorías personales" y para propiciar la progresiva
construcción de los principios y conceptos estructurantes de las Ciencias Sociales.
A continuación ofrecemos algunas de las conclusiones de un trabajo sobre la comprensión de la
Historia por los adolescentes, realizado por un Grupo de Investigación de la Universidad de Valladolid. A
pesar de que ellas no deben ser mecánicamente extrapoladas a nuestra realidad, las citamos aquí porque
no se alejan demasiado de lo que obervamos cotidianamente en nuestras clases de Historia. Además, consideramos
que este trabajo constituirá un estímulo para la reflexión, la comparación y la
modificación de algunas de nuestras prácticas docentes.
A lo largo de una exhaustiva investigación realizada entre adolescentes de entre 13 y 17 años que
cursan la escuela media , los investigadores del Grupo Valladolid, llegaron a la conclusión de que los
adolescentes disponen de "esquemas" explicativo s, interpretaciones y valoraciones del pasado. Sus ideas
sobre la Historia no aparecen como algo aislado y suelto sino que hay signos de que están estructuradas en una
cierta trama interpretativa que puede ser más o menos rudimentaria según los conocimientos previos y la
organización que de ellos posean. Son lo que algunos llaman teorías personales o implícitas.
Éstas no responden a un modelo elaborado, consciente y armónico, sino que presentan frecuentemente
muchas contradicciones. Por lo general, los alumnos no son conscientes de poseerlas ni son por lo tanto capaces de
explicitarlas. Aunque individuales, estas teorías personales, en cuanto reflejo de las influencias comunes de
aculturación y socialización, son bastante comunes en los adolescentes españoles. Las siguientes
son algunas características de las teorías implícitas que estos adolescentes poseen sobre el
pasado:
- en general su visión del pasado no es algo armónico y coherente sino que se aproxima a un
conjunto de hechos, superficiales, puntuales, donde abunda lo anecdótico y lo narrativo y escasean las
explicaciones;
- no siempre ven a los ricos y poderosos como protagonistas de la Historia y, seguramente por influencia de los
libros de texto y de los enfoques más extendidos entre sus profesores, el pueblo aparece como actor
importante;
- cuando se sitúan en un tiempo pasado, describen aspectos sueltos de ese momento casi siempre sin
referencias a un tiempo o espacio determinado;
- tienen gran dificultad para percibir los cambios. Para ellos, los únicos tiempos "en que pasa
algo" son las revoluciones;
- no disponen de un esquema organizador demasiado amplio de esos conocimientos (tiempo, espacio, aspectos
sociales, económicos, políticos, etc.) a partir del cual puedan ir colocando los nuevos conocimientos
que van adquiriendo;
- suelen hacer referencia sólo a una o dos dimensiones de la realidad social;
- tienden a la personalización y a resaltar el factor intencional en las explicaciones
históricas;
- cuando no disponen de información suficiente, recurren a analogías con el presente.
Para los adolescentes, la Historia no tiene otra "utilidad" para su vida cotidiana que la cultural. No
encuentran que la explicación del pasado y la reflexión sobre el mismo pueda tener alguna incidencia en
sus vidas. Con respecto a la Historia en tanto disciplina, suelen poseer una visión cerrada. Se trata de un
conocimiento depositado en los libros que sólo hay que aprender (memorizar) y no comprender. Según esta
visión, "el oficio del historiador es contar, relatar historias que sucedieron y que sabemos que fueron
así porque las fuentes lo afirman o incluso porque lo dicen los libros de texto. El historiador sólo
debe hacer una transposición de lo que dicen las fuentes a los libros de manera mecánica. Unas fuentes
primarias que, por otra parte, los alumnos toman como algo definitivo, donde es verdad todo lo que se dice y donde no
se plantean ningún interrogante. Tampoco diferencian hechos de las interpretaciones de los mismos [...].
Suelen yuxtaponer diferentes interpretaciones sin que haya una verdadera integración entre ellas y no son
capaces de desarrollar un pensamiento crítico ante las distintas fuentes. [...] La mayoría piensa que
la Historia está en los libros y que lo que dicen es verdad; otros parten del relativismo más absoluto,
viniendo a negar cualquier validez a la Historia y considerándola pura invención puesto que los
historiadores vendrían a decir cada uno lo que les parece."
Adaptación de las conclusiones elaboradas por el Grupo Valladolid, La comprensión de la historia
por los adolescentes, Instituto de Ciencias de la Educación, España, Universidad de Valladolid,
1994.
Propuesta
Para trabajar las concepciones que tienen los alumnos sobre el conocimiento histórico, les proponemos la
siguiente actividad:
- Organizar grupos de discusión y reflexión a partir de las siguientes consignas:
- ¿cómo se conoce el pasado?;
- ¿qué importancia tiene para el presente conocer el pasado?;
- ¿qué son las fuentes?, ¿para qué sirven?, ¿qué tipo de fuentes
existen?, ¿qué valor tienen?;
- ¿qué diferencia hay entre un libro de historia y una novela?;
- analizar los dos significados de la palabra "historia", en tanto hechos ocurridos en el pasado y
en tanto disciplina del conocimiento;
- ¿cómo es la labor de un historiador?, ¿qué papel tienen en la tarea del
historiador la construcción y la interpretación?
- Lectura y discusión del siguiente fragmento de Luis Alberto Romero.
"Según una imagen corriente, para empezar a investigar hay que elegir un tema, ir al archivo y
revisar legajos hasta encontrar hechos no conocidos. Así, el punto de partida del trabajo de un
historiador es una masa de datos que aguardan ser descubiertos. Pero los historiadores no trabajan así
hoy. Su punto de partida es una pregunta, un problema. Esto surge en lo inmediato de una inquietud
científica, pero generalmente está relacionado, en forma mediata o inmediata, con interrogantes,
angustias o dudas de la sociedad en la que el historiador vive. [...] Una pregunta es un problema, una zona
oscura de la realidad que debe ser iluminada, ante la cual se formula una res-puesta provisoria y tentativa, una
hipótesis.[...] El trabajo del historiador consiste en plantear sus hipótesis, elegir los conceptos
y relaciones que ayuden a explicarlas y, a partir de las necesidades generadas por hipótesis y conceptos,
buscar los datos necesarios para su verificación y para la reconstrucción de una situación a
la luz de un problema. El problema o pregunta que moviliza el proceso de conocimiento lleva a la
construcción no sólo del objeto de estudio sino de los propios datos que permitirán su
investigación y que, valorizados por el historiador, se convierten en lo que se llama una
"fuente", algo que da cuenta del pasado. [...] Esta afirmación contradice una concepción
hondamente arraigada [...], según la cual los datos con que el científico trabaja se refieren a
hechos que existen previamente, a la espera de que alguien venga a buscarlos y conocerlos. Por el contrario,
parte del trabajo del historiador consiste en la construcción de sus propios datos [...]. Las preguntas
que se le pueden hacer al pasado varían al infinito, y cada época consideró unas más
legítimas que otras. Un mismo hecho, un proceso, puede ser visto a la luz de preguntas cambiantes, que van
descubriendo nuevas facetas y renuevan el campo de estudios. La Revolución Francesa ha sido vista
originariamente desde la perspectiva de la libertad y la república. Luego, se la estudió a la luz
de las teorías de la revolución y del socialismo; hoy se la reexamina desde el ángulo de la
democracia, y probablemente en un futuro no lejano nos preocupemos por otros ángulos. Nuevas preguntas
significan necesidades de nuevas evidencias, búsqueda de datos que hasta ahora no interesaban, nuevas
maneras de interrogar los testimonios existentes y construcción de nuevas "fuentes". El
conocimiento elaborado ciertamente es la base de los nuevos avances, pero su acumulación no es directa ni
automática. Por el contrario, parte del trabajo del historiador es la crítica de lo recibido, su
reconsideración y selección. Nadie supone que este proceso pueda quedar acabado alguna vez, ni que
las verdades a las que hemos llegado hoy hayan de ser definitivas, no tanto porque vayan a ser contradichas sino
porque seguramente serán superadas por planteos más amplios."
Romero, Luis A., Volver a la Historia, Buenos Aires, Aique, 1998.
- ¿Con qué visión de la historia discute el historiador?, ¿cuál es su
concepción del conocimiento histórico?
- Por último, solicite a los estudiantes que contrasten las conclusiones elaboradas durante el primer paso
de esta actividad con el texto de L. A. Romero recientemente trabajado.
Ministerio de Educación
Programa Nacional de Innovaciones Educativas