El 16 de julio de 2000, uno de los oleoductos de una refinería cercana a la ciudad de Curitiba, en el estado brasileño de Paraná, reventó, expulsando un total de cuatro millones de litros de petróleo crudo al río Barigüí. Este accidente se convirtió en uno de los peores desastres ambientales ocurridos en Brasil en más de veinte años. Tras varias semanas de preocupación e intensa actividad, el derrame parece hoy controlado. Es, entonces, un buen momento para analizar los hechos ocurridos.
El domingo 16 de julio, un operario se olvidó de abrir la válvula de una junta de expansión de un oleoducto de la refinería Presidente Getulio Vargas de la empresa Petrobrás, cercana a Curitiba. Debido a esto, el oleoducto reventó y dejó escapar cuatro millones de litros de petróleo crudo liviano, altamente inflamable y muy tóxico. Dos millones de litros cayeron al río Barigüí; los otros dos se derramaron dentro del predio de la refinería. La empresa dio la alarma, y sectores del gobierno brasileño y entidades no gubernamentales se dispusieron a evaluar la magnitud del incidente y a buscar medidas para atenuar sus consecuencias.
La mancha de petróleo comenzó a expandirse a una velocidad de 1 kilómetro por hora, y llegó el mismo día al río Iguazú, del cual el Barigüí es tributario. Sólo al día siguiente de ocurrido el derrame se instalaron en el Iguazú barreras de contención y bombas para la extracción del crudo.
El martes 18, varios municipios afectados por el accidente declararon su intención de demandar a la empresa Petrobrás por los daños que el derrame estaba causando. A su vez, el Instituto Ambiental del Paraná (IAP) declaró que aplicaría una multa a la empresa, que oscilaría entre los 28 y los 83 millones de dólares. Estas cifras se encuentran entre las mayores contempladas por la legislación brasileña en relación con delitos contra el ambiente.
Tres días después del accidente sólo se habían extraído 816.000 litros del petróleo derramado. Luego de varios intentos fallidos, la mancha pudo ser finalmente controlada, en un 80%, el 21 de julio. Según comentan fuentes de la empresa y los institutos involucrados, las bajas temperaturas y la evaporación natural de alrededor de un 30% del crudo ayudaron a los técnicos y operarios a establecer dicho control. Si bien las lluvias caídas el 22 de julio impidieron el trabajo en algunos puestos, y esto provocó inquietudes en las autoridades brasileñas y argentinas sobre la suerte de las poblaciones aguas abajo, para el domingo 23 se habían extraído 2,3 millones de litros de petróleo.
La mancha, de todas formas, había llegado a cubrir cerca de 50 kilómetros desde su origen hasta la
barrera que finalmente la detuvo. Hacia finales de julio, algunos restos que lograron filtrarse entre las barreras
seguían su curso río abajo. Según declaró Hernán Lombardi, secretario de Turismo
de la Nación (Argentina) e interventor de Parques Nacionales, estos desprendimientos eran mínimos y no
implicarían mayores problemas. Más cautelosos, los especialistas de diversas organizaciones e
institutos afirman que habrá que esperar varios años y realizar estudios cuidadosos para evaluar el
impacto que este derrame ha tenido sobre el ambiente.
El derrame en los ríos Barigüí e Iguazú puso en evidencia no sólo la falta de planes de contingencia verdaderamente eficaces y veloces, la ausencia de tecnologías de punta en materia ambiental y la falta de coordinación entre los organismos intervinientes; reveló también una cierta forma de ver y tratar los problemas ambientales en los medios de comunicación.
Los medios argentinos abordaron la problemática enfatizando casi exclusivamente sobre el peligro que corrían las Cataratas del Iguazú y las especies silvestres que habitan el Parque Nacional Iguazú (provincia de Misiones). En cambio, los problemas sufridos por las poblaciones y la producción agrícola locales fueron relegados a segundo plano.
Si bien no se puede negar el valor biológico, estético, turístico y económico de las Cataratas, es importante reconocer que el problema ambiental no se circunscribe a las Cataratas sino que abarca toda el área de la cuenca cercana al lugar del derrame y las zonas que se encuentran aguas abajo; en particular, las áreas urbanas o rurales que dependen exclusivamente de los ríos para su subsistencia.
Por otra parte, los textos periodísticos se empeñaron en mostrar a un Estado brasileño despreocupado de la protección de las Cataratas del Iguazú, como si las mismas pertenecieran sólo a la Argentina. Desde esta perspectiva, parecía que el accidente había desatado una suerte de lucha entre dos bandos: por un lado, la empresa responsable y el Estado brasileño; por otro, las Cataratas y el Estado argentino.
Este modo de tratar los acontecimientos predispone a la opinión pública a tomar partido por un "bando bueno" y a criticar duramente al "bando malo". No contribuye al análisis y evaluación del accidente en forma integral y, al mismo tiempo, crea interferencias en lugar de fomentar la cooperación para implementar soluciones. Para ser más precisos, deja de lado un punto central en el manejo de los recursos hídricos: los ríos no respetan fronteras y su manejo debe ser acordado y coordinado entre los Estados en cuyos territorios se extiende la cuenca.
Esta forma de tratar los problemas y noticias ambientales desvía el foco de lo que realmente debería ser el centro de la cuestión: la seguridad y la calidad de vida de las personas, más allá de su nacionalidad y del lugar de origen del problema ambiental.
Es necesario aprender de estos hechos y sacar conclusiones que ayuden, en caso de que se presente un evento de
similares características, a actuar más rápida y eficientemente. Lo que está en juego en
un desastre de este tipo no es solamente el estado de ciertos ambientes naturales ni el futuro de especies animales y
vegetales sino la calidad de un recurso esencial para la vida: el agua.
El impacto de un derrame de petróleo sobre el ambiente tiene varias facetas. Por un lado, los animales que
se acercan al agua contaminada mueren por la ingesta del hidrocarburo o quedan atrapados en el agua y mueren de
hambre. Por otro lado, la capa de petróleo flota sobre la superficie del río evitando que los rayos
solares entren en el agua; esto provoca la muerte de plantas acuáticas y una alteración en la base de
la cadena alimentaria.
Además, los ríos alimentan las napas freáticas (aguas subterráneas muy cercanas a la
superficie) y tanto estas últimas como los primeros son utilizados por el hombre para beber, asearse y
desarrollar sus actividades (entre ellas, la agricultura, que es particularmente importante en la región donde
ocurrió el evento en el mes de julio de 2000). Así, el envenenamiento de las aguas tanto superficiales
como subterráneas pone en peligro la vida del hombre y afecta el desarrollo pleno de las
comunidades.
Imagen satelitaria del área afectada por el derrame de petróleo (Landsat 7, Paph-Row, 221-078).
Referencias:
Nota: Que no se vea la mancha de petróleo no significa que el agua no esté
contaminada con residuos químicos relacionados con el hidrocarburo.
Cabe aclarar que aquello que se ve en tonos rojos es vegetación.
La mancha de petróleo se extendió por el río Barigüí y llegó a cubrir casi 50 kilómetros antes de ser contenida.
El accidente que causó el derrame de petróleo en el río Barigüí fue abordado en
distintos medios de comunicación. A continuación, reproducimos un extracto de dos fragmentos de las
noticias publicadas sobre este acontecimiento en dos medios gráficos de gran circulación
nacional.
"Una parte de los 4 millones de litros de petróleo crudo, derramados el domingo sobre el río
Iguazú -en territorio brasileño-, podría afectar a las Cataratas. De ocurrir, el fenómeno
se haría sentir dentro de dos semanas. Esa fue la información que obtuvo ayer
Clarín a última hora.
En una entrevista con el presidente del Instituto Ambiental del Paraná (IAP), José Antonio Andraguetto,
el funcionario señaló: 'No puedo decir que no haya ningún riesgo de contaminar las Cataratas
del Iguazú, porque sería una gran irresponsabilidad de mi parte'. Pero al mismo tiempo dijo:
'las chances son escasas. Primero, porque nuestro instituto ha colocado varias barreras para
detener la mancha de petróleo. Y segundo, porque hay varios lagos intermedios que desaceleran el
desplazamiento de la capa negra contaminante, dando lugar a que se la aspire'.
Al mediodía, una nueva advertencia mostraba un empeoramiento de la situación: si el petróleo
descendía hasta la localidad llamada Unión de Victoria -a 200 km de Curitiba- de allí
avanzaría a paso firme: a razón de 4 kilómetros por hora, con lo cual
podía esperarse que las Cataratas fueran alcanzadas a principios de la próxima semana..."
(Clarín, 19 de julio de 2000, pág. 34.)
"Para el increíble y aquí discutidísimo cristal con el que miran el
río los funcionarios brasileños, la lluvia que cayó desde la madrugada del sábado hasta
la de ayer fue un bálsamo maravilloso. La ayuda fue tal que ya 'no hay ninguna
concentración de petróleo en las aguas de los ríos Barigüí e
Iguazú', según sostiene un comunicado firmado por Petrobrás, la empresa que causó el
desastre ambiental hace ocho días.
A simple vista, lo que cualquier persona puede observar con la única ayuda de sus ojos, sin recurrir ni a
largavistas ni a microscopios, es que manchas de petróleo le agregan una tonalidad negra al río
Iguazú más allá del Ponto 6, ubicado cerca del pueblo de Balsa Nova, a 45 kilómetros de
Curitiba, la capital del estado de Paraná.
Los ríos Iguazú y Barigüí, su afluente a la altura de Araucaria, llevan en su cauce
porquerías de lo más variopintas, según se observa: latas de aluminio, botellas de
plástico, pelotas de fútbol pinchadas y ojotas, el calzado del pueblo brasileño." (La
Nación, 24 de julio de 2000, pág. 28.)
Una cuenca hidrográfica es toda la superficie que abarca el área de influencia de
un río principal y sus afluentes (los ríos que vuelcan sus aguas al río principal). Los
ríos Barigüí e Iguazú pertenecen a la misma cuenca hidrográfica: la Cuenca del
Plata.
Esta cuenca es la segunda en importancia y dimensión en Sudamérica luego de Cuenca del Amazonas; y
es la más importante de la República Argentina. La Cuenca del Plata abarca una superficie total de
3.100.000 km2 y se extiende a través de cinco países: Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y
Bolivia. En estas tierras vive un total de 90 millones de personas que utilizan las aguas de estos ríos en su
vida diaria y en sus actividades productivas. Los ríos principales de la cuenca son el Paraná, el
Uruguay, el Paraguay, de la Plata, el Salado y el Iguazú. Sobre algunos de estos ríos, como el
Paraná y el Paraguay, se han construido varias de las represas más grandes del mundo, como
Yacyretá e Itaipú, para abastecer de energía eléctrica a distintas ciudades de la
región. Y hay muchas más: sólo el río Iguazú presenta en su recorrido por Brasil
cuatro represas en funcionamiento.
Lo más importante a tener en cuenta en relación con una cuenca es su carácter de unidad.
Imagínense que nos cortamos un poco un dedo y la herida se infecta. Por más chica que sea la
infección, si no es tratada rápidamente, tarde o temprano afectará al resto de nuestro cuerpo.
De esta manera es como debe pensarse una cuenca: como un solo cuerpo, y los ríos como sus venas. Y así
como el agua resultante de lluvias caídas en el sur de Brasil o el norte de Argentina llega a Buenos Aires a
través de los ríos, también lo hacen los desechos tóxicos y las basuras que se vierten
aguas arriba. Por eso es fundamental que el manejo de ríos que atraviesan varios países o, incluso,
distintos estados o provincias dentro de un mismo país se haga conjuntamente entre los distintos
gobiernos.
El Instituto Ambiental del Paraná es un organismo que depende de la Secretaría de Medio Ambiente y
Recursos Hídricos del estado de Paraná en Brasil. El Instituto tiene su sede en la ciudad de Curitiba,
capital del estado, cercana a la zona del derrame. El IAP tiene a su cargo tareas relacionadas con la
investigación y el manejo de la cuenca del Paraná, en el estado homónimo.
Encontrarán más información en http://www.pr.gov.br/sema/
Para consultas pueden dirigirse por carta a la siguiente dirección:
Secretaria do Meio Ambiente e dos Recursos Hidricos do Parana
Instituto Ambiental do Parana/IAP
Rua Desembargador Motta, 3.384
Merces -Curitiba
PARANA -BRASIL
O pueden mandar un correo electrónico a:
sema@pr.gov.br.