Actividad 1: investigación general sobre los sentidos


a. Como inicio de la actividad, podés generar un intercambio con tus alumnos que busque indagar ideas y conceptos generales sobre los sentidos. Te sugerimos utilizar como eje las siguientes preguntas:

  1. ¿Encuentran similitudes entre la visión, el olfato, el gusto, el tacto y la audición?
  2. ¿Cuáles serían las diferencias?
  3. ¿Tienen algún sentido favorito? ¿Por qué?


Será de interés anotar en el pizarrón las ideas que surjan a partir de de este primer intercambio para recuperarlas más adelante.


b. Como segundo paso, podés incorporar en el intercambio las siguientes propiedades comunes de los sentidos, y luego trabajar a partir de ellas:

Para trabajar sobre estas características te proponemos que juegues con tus alumnos utilizando estímulos reales en el aula.

Por ejemplo, para que los alumnos perciban el tema del contraste como característica en común de un grupo de sentidos, podés poner en el aula un tema musical (puede ser una sonata de J. S. Bach donde haya un instrumento agudo que contraste con el fondo, o cualquier canción que encuentres con mucho contraste entre tonos agudos y graves) y trabajar también con alguna ilusión óptica de contraste. Podés utilizar ilusiones ópticas que encontrarás en los siguientes enlaces:

Ilusiones ópticas I

Ilusiones ópticas II

Ilusiones ópticas III

¿Qué sensaciones aparecen al trabajar sobre el contraste? ¿Cómo las explican tus alumnos? ¿Qué otras sensaciones similares conocen?

c. Como tercer paso de esta actividad, te sugerimos continuar el debate alrededor de un nuevo eje: «el sexto sentido».

Estas preguntas pueden servir de guía:

  1. ¿Son los cinco sentidos del ser humano los únicos que existen en la naturaleza?
  2. ¿Existe el tan enigmático sexto sentido? ¿Y un séptimo?
  3. ¿Tienen otros animales la capacidad de percibir ondas que nosotros no percibimos?

En esta parte de la actividad te sugerimos introducir otros sentidos presentes en el ser humano (como la nocicepción –percepción del dolor–, la termocepción –percepción de la temperatura–, etc.) así como sentidos que están ausentes en el humano pero presentes en otros animales (como la ecolocalización en los murciélagos, la percepción de la polarización de la luz en las abejas, la magnetocepción en ciertos pájaros, peces e insectos, etc.).

El tema de la ecolocalización de los murciélagos es de especial interés para discutir con los alumnos ya que, por un lado, puede ser divertido entender cómo estos animales se las ingeniaron para «ver oyendo» y, por otro lado, porque sirve para discutir cómo ciertas investigaciones en biología básica permitieron generar grandes avances tecnológicos como el caso del radar, que se inventó en base a los principios de la ecolocalización de los murciélagos). Una posibilidad es que les propongas comparar el mecanismo del radar con el de la ecolocalización de los murciélagos.

En este punto será de interés vincular lo trabajado aquí con lo trabajado al principio de la actividad.

d. Como cierre de esta primera parte, te proponemos que se discuta cuál pudo haber sido el valor adaptativo de la adquisición del sistema sensorial en los animales. Será de interés trabajar para qué le sirve a un animal tener la capacidad de codificar señales del mundo externo. Para reflexionar al respecto, proponé imaginar cómo viviríamos si no pudiéramos percibir nada del entorno. Por ejemplo, ¿podríamos buscar alimentos o escapar de un posible peligro?

En este punto te proponemos que investiguen con los alumnos la relación entre la aparición del movimiento en los animales y la adquisición de los sentidos:

  1. ¿Tienen sentidos los animales primitivos inmóviles (como las esponjas de mar)?
  2. ¿Qué relación encuentran entre la aparición del movimiento y la necesidad de percibir el entorno que nos rodea?


A partir de todo lo trabajado, los alumnos podrán construir un informe sobre los sentidos organizando y sistematizando la información. Este trabajo puede realizarse en grupos o de manera individual.

Enlaces de interés

Actividad 2: mapa de agudeza sensorial

Proponeles a tus alumnos realizar un mapa de agudeza sensorial del cuerpo humano. Para esto necesitás tener dos elementos puntiagudos (puede ser la punta de un lápiz o algo más fino, como un escarbadientes). El mapa se hará en cuatro zonas del cuerpo humano: la yema de los dedos, la espalda, el antebrazo y la cara.

Para cada una de las zonas, se deben apoyar las dos puntas a 1 cm de distancia y preguntarle al participante (que tiene los ojos vendados) cuántas puntas está sintiendo. Lo habitual es que, a esta distancia, se discriminen bien las dos puntas en cualquiera de las cuatro zonas.

Luego hay que disminuir gradualmente la distancia entre las dos puntas y anotar cuántas se perciben en cada caso. La idea es que hay una distancia mínima en la cual el participante comienzará a percibir las dos puntas como si fueran una sola. En las zonas con mucha agudeza sensorial (por ejemplo las yemas de los dedos), la distancia a la cual ya no se distinguen las dos puntas es mucho menor a la que se observa en zonas poco sensibles (por ejemplo el antebrazo).


Los alumnos pueden completar este cuadro para cada una de las cuatro zonas.


Ejemplo: zona 1, yema de los dedos

Distancia entre las
dos puntas (mm)
Cantidad de puntas percibidas
1

5

10

Luego podés organizar una discusión acerca de qué zona tiene mayor capacidad para discriminar estímulos (menor umbral de distancia) y trabajar en profundidad sobre las causas de este fenómeno.


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